La lucha por la reivindicación del buen nombre

LA VERDAD DEL CRIMEN DE GRAÑA: LA INFAMIA DE UN PROCESO  

La historia peruana está plagada de una serie de hechos que enaltecen el orgullo de quienes  han nacido en esta  tierra, pero  también  hay otros actos  que por  el contrario hacen  pensar  que la injusticia siempre estuvo presente  y sería el caso  particular de Alfredo Tello Salavarría y Héctor Pretell Cabosmalón.

Por Roxana Ortiz A.

Ellos eran dos apristas que lucharon  por su partido y como tal  habían cosechado  enemigos y como consecuencia habían sido perseguidos  por años. En 1947  fue asesinado el  director  del diario La Prensa, Francisco Graña Garland, que  causó  todo un revuelo en el país   y no surgió mejor idea  que culpar a estos personajes.      

Hace algunos  años, Alfredo Tello decidió contar su verdad  y ha sido  su hijo Enrique Tello  Molina, quien  decidió investigar  sobre el hecho caso y reunir la documentación necesaria con la cual asegura puede probar  la inocencia de ambos y hasta  existe la  posibilidad de reabrir el caso. Ha escrito un  libro que  se titula “La verdad del crimen de Graña. La  infamia de un proceso”.   

En 1945  se  realizan las elecciones en Perú y sale elegido como Presidente  el arequipeño José Luis Bustamante y Rivero, que había sido  apoyado por el Partido Aprista Peruano. Con esa victoria comienzan a cambiar algunas  cosas en mejora del pueblo peruano, mientras que los grandes  empresarios que se dedicaban a la  exportación de  una serie de  productos como minerales,  agrícolas y otros,  vieron afectados  sus ingresos, porque  además se les  aplicó  una serie de  impuestos. Eran apoyados por dos medios de  comunicación que estaban en contra del  nuevo  gobierno.    

En ese interín, es asesinado el importante  hombre de Prensa y  no se les ocurre  mejor idea que  culpar a los integrantes del Apra, con Haya de la Torre como el autor  intelectual, mientras  que los autores  directos son  Alfredo Tello y Héctor Pretel.

“Tello  había sido el segundo hombre de la Revolución de Trujillo el 7 de julio de 1932, el mejor candidato para acusarlo del crimen, a pesar que era  diputado y buscaron a otro personaje, activista del Apra Hector Pretell, quien se  había escapado de todas las  cárceles  donde estuvo incluido El Frontón”, narra Enrique Tello.

Según los  testigos del crimen, el asesino era un hombre bajo, de piel oscura, piel chocolate le decían;  cara de mono, feo, bajito y corpulento, llevaba  puesta una gabardina  larga, con un sombrero que  le cubría el rostro y  que no se parecía en nada a los acusados.

Para lograr  consolidar un caso en su contra habían  fabricado una serie de  testigos, entre  ellos una chica de 16 años, hija de  un alto oficial del Ejército Peruano, que estaba al servicio  del general Manuel Odría, en ese entonces Ministro de Gobierno del Interior. La adolescente describió hasta la cicatriz que llevaba en el rostro y la marca del cigarro  que fumaba.   

Todos los  demás  testigos estaban relacionados con personal militar;  un sujeto al que lo drogaban constantemente para que diera una versión pero  que luego se retractó ante un juez señalando que  lo había obligado; pero que también después cedió ante las amenazas.  

“Al final, cuando Odría  asume el poder,  en el  50 el  juicio ya estaba  arreglado,  se cambiaban los documentos, las pruebas, la policía que  investigaba el caso fue cambiada, lo mismo  pasó con los  jueces, se pusieron  de testigos a los policías  que habían perseguido a ambos en Trujillo. A un amigo íntimo de Odría, el doctor Legua lo llevan como Fiscal, contratan a un penalista de alto nivel David Aguilar Cornejo que armó todo el proceso; un oficial del Ejército que luego fue edecán de Odría se encargó de adiestrar a los testigos, hasta un exranjero que no hablaba castellano estaba metido como investigador”, agrega el editor del libro.

Al final Tello y Pretell  terminaron en  prisión y no salieron hasta 14 años después  que se  cumplió la  mitad de su condena. Al final David Aguilar, docente universitario indicó que  ambos habían sido  implicados en el caso, lo mismo  que otros testigos.

Enrique  Tello indicó que el expediente del caso   sirvió para que en la Corte de la Haya, donde era  juzgado Víctor Raúl Haya de la Torre, le  dieron  libertad, mismo  documento que luego  fue  publicado y que aseguran podría servir para  abrir  un nuevo proceso y determinar que ambos eran realmente  inocentes.

EL PERSEGUIDO

En la  historia del Partido Aprista, hay  una serie de  personajes que tuvieron que vivir huyendo, que  fueron extraditados, encarcelados, perseguidos  y uno de ellos  fue  Alfredo Tello Salavaría, quien  tendría unos 40 años  cuando  lo responsabilizan del crimen. Ya tenía  familia, esposa y tres  hijos; el cuarto, Enrique nació cuando  estaba  en prisión.

Desde  1932 hasta 1945  era perseguido y llegó a Arequipa con otro nombre, era el ingeniero Manuel Francisco Díaz, su astucia era tanta, que se hizo  muy amigo de diversos oficiales del Ejército, porque se supone que  era  un destacado  constructor. Aquí nacieron sus  dos hijos, José Alberto y Francisco Díaz Montalvo, cuyas partidas  fueron asentadas en Mollendo. Ya cuando regresaron a  Trujillo, se hicieron los respectivos cambios de apellido.

DATO

El libro los están presentando en diversas partes del país,con el objetivo de dar a conocer esta versión de la  historia, con las  suficientes  pruebas que demostrarían  que   ambos personajes serían inocentes de la acusación y es la intención demostrarlo y limpiar sus nombres, que  fueron vejados,  no necesariamente por  un hecho político, sino por una justicia mal llevada.

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