Arzobispado de Arequipa pide cese de violencia en protestas
Por: José Colque

El arzobispo de Arequipa, monseñor Javier del Río Alba, emitió un pronunciamiento respecto a los hechos registrados durante los últimos días de protestas en el sur donde la violencia resaltó llevándose decenas de vidas.

“Estamos pasando días sumamente difíciles en el Perú. A través de las noticias nos vamos enterando de esa violencia que se ha desatado en unas partes de nuestro país, violencia que se manifiesta en la destrucción, intentar tomar aeropuertos, y otras actividades o lugares estratégicos para la vida y la nación, violencia que está siendo alimentada por algunas personas que se aprovechan de las legítimas reivindicaciones que pide un gran sector de la ciudadanía del Perú”, manifestó.

Según reportes de la Defensoría del Pueblo, son más de 40 fallecidos entre Juliaca y Cusco tras el reinicio de protestas desde el 4 de enero. Entre ellos hay jóvenes, adolescentes y adultos, además de un policía. En ese sentido, el monseñor Javier del Río Alba lamentó que las pérdidas afectan principalmente a las familias. “¿Al final que ganamos? Si ese policía, esos adolescentes que los han matado ya no volverán a este mundo. ¿Qué ganamos?, solo destruir familias enteras, hacer daño”, señaló.

Consideró que la mayoría de estos daños son producidos por personas extrañas que no responden a la legítima aspiración de la población peruana, sino que aprovechan el descontento para infiltrarse. “Son infiltrados que quieren generar violencia para el caos, para precipitar la situación del país y al final salir ganando lo que ellos quieren ganar, que no es el bien común del país. El bien nunca se puede construir haciendo el mal”, lamentó. Por ello, instó a los ciudadanos a que no se dejen llevar por esas iniciativas de destrucción afectando a otros.

Para del Río Alba, las protestas son legítimas debido a que existe un sector de la población en desacuerdo con el contexto actual. “Es un derecho que está universalmente reconocido, pero siempre y cuando sean pacíficas. Es decir que no atenten contra la libertad de las personas, que no obliguen a otros a marchar si no están de acuerdo con lo que se solicita y sobre todo que se respete la propiedad pública y privada”, sostuvo.

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