Instituciones a la deriva

Por Juan Sheput – El Montonero

Los problemas de nuestro país ya no son de exclusividad meridional. El norte, Tumbes, Piura y Lambayeque, anuncian nuevas medidas de protesta luego de un paro simbólico que en realidad ha sido una llamada de atención. Conscientes que necesitan del apoyo gubernamental para enfrentar las calamidades, ante la inutilidad de los gobiernos regionales o locales, no han querido pisar el acelerador de una protesta de mayor amplitud, sin embargo la amenaza permanece en el ambiente.

De otro lado, Puno sigue en actitud de rebeldía. Lo último ha sido el impedimento a miembros de nuestro Ejército de realizar el dominical izamiento de bandera. Una acción cívica recurrente ha sido bloqueada por civiles que “ordenaron” a nuestras Fuerzas Armadas no hacerlo. La humillación, única en nuestra historia, ha pasado desapercibida, en primer lugar porque los medios de comunicación decidieron ignorarla y en segundo por la incapacidad política de los parlamentarios de poder hacer fiscalización. Un individuo como el ministro de Defensa, Jorge Chávez en cualquier país que se respete no estaría ni un minuto más al frente de su sector. Pero en el Perú de Dina Boluarte eso es posible.

En nuestro país hay crisis económica, incapacidad de los ministros para enfrentar las consecuencias de las inundaciones, una ola de crueles asesinatos, feminicidios y violaciones, una presidenta de la República incompetente y que ha hecho de la mentira una práctica, que tiene a lado a un premier con extraños vínculos con empresarios cuestionados. El Congreso tiene casi 90% de rechazo y el gobierno va por allí. Sin embargo, nadie toca a los ministros. Ellos pasean su incompetencia a sus anchas. El país no importa, lo que les interesa a los parlamentarios es poder sobrevivir hasta el 2026. Sus deudas e hipotecas así se lo exigen.

Es por eso que han optado por el camino de la cero oposición, de la nula fiscalización al gobierno. Hay una especie de pacto entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. En el caso del gobierno, el temor a enfrentar los tribunales los obliga tratar de ganar el máximo de tiempo posible. En el segundo decenas, casi 80 parlamentarios, sometidos a procesos de dudas o investigación los obliga también a no dejar su curul. Saben que al anonimato le seguirá el proceso judicial. Tienen que aferrarse a su escaño. Tampoco les importa el país. Les preocupa seguir en libertad.

Es así como llegamos a un deterioro institucional sin antecedentes en este siglo y en buena parte de nuestra historia republicana. No tengo dudas que se está sembrando la semilla para nuevas protestas de consecuencias imprevisibles. El retroceso será de tal magnitud que volver a encumbrarnos en la ruta del crecimiento económico y desarrollo será muy costoso. En ello también participan aquellos empresarios que siempre se acomodan a todo. Pobre país. El bicentenario será recordado como el momento en que el Perú empezó a acercarse a su sima.

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