MELGAR ATERRIZA A ALIANZA LIMA

Por Orlando Mazeyra Guillén

Con anotación agónica del legendario Bernardo Cuesta la Rojinegra desató la algarabía en el Monumental Arequipa.

La prensa deportiva capitalina, previsible y anodina a más no poder, anunciaba con bombos y platillos que los “grones” de La Victoria estaban a un pasito de ganar el Torneo Apertura en Arequipa. Y Melgar, en la previa, se presentaba como un rival accesible (y en franca crisis luego de una semana muy movida). Quizá por eso “Chicho” Salas, DT de la visita, hizo varios cambios de cara al partido que tienen los blanquiazules el martes contra Libertad de Paraguay por la Copa Libertadores de América.

Melgar venía de perder sorpresivamente por 4 a 2 en casa frente a Garcilaso del Cusco y necesitaba con urgencia ganar y reconciliarse con la hinchada local.

Mariano Soso apostó por Pablo Magnín desde el arranque en el ataque, también alineó desde el minuto cero Walter Tandazo (ambos reemplazaron a Iberico y Arias, respectivamente). Y lo más llamativo: no hizo ni un solo cambio en los un poco más de 96 minutos que duró el partido.

En Movistar Deportes aseguraban, con tono profético, que Alianza Lima prometía “dar la fiesta en Arequipa”, o sea, prácticamente ganarían caminando, a ritmo de entrenamiento. Los hinchas íntimos lucían más que confiados, sin embargo, no llegaron a llenar la tribuna norte porque en la Ciudad Blanca nunca fueron locales como sí ocurre en en el norte del Perú, por ejemplo.

Los «rojinegros» devolvieron la alegría a la hinchada.

“¿Cuándo se verá la mano de Soso?”, se preguntaba una periodista de un medio limeño. Pues, señoras y señores, el viernes Mariano Soso le ganó la pulseada a ‘Chicho’ Salas. Y le ganó en la cancha con once obreros dejaron la piel y también fuera de ella con una celebración que los hinchas arequipeños vamos a atesorar siempre porque así se tiene que vivir el fútbol: ¡con toda la intensidad y adrenalina posibles!

Era un partido bisagra, la oportunidad perfecta para enderezar el camino y volver a soñar contra un rival que siempre tiene el apoyo de los arbitrajes (el gol del colombiano Pablo Sabbag fue en posición adelantada) y que nos había ganado de mala manera la final del año pasado. Sí, llámenle revancha si desean. Algún día, más pronto que tarde, la prensa deportiva de Lima, comprenderá lo difícil que es competir cuando se tiene todo en contra. Los arequipeños no contamos con árbitros obsecuentes que, año a año, siempre inclinan la cancha para que los supuestos “grandes” ganen sus partidos (el propio Carlos Zambrano reconoció que marcó un gol en off side contra el Deportivo Municipal).

El miércoles la misión es ganar.

¡Ganamos, carajo! Otra vez sobre la hora y con la anotación de un emblema del equipo: Bernardo Cuesta. Se celebró y mucho. Ahora toca pensar en el rival del miércoles por la Copa Libertadores de América.

La próxima semana recibimos al Atlético Nacional de Medellín y necesitamos de una victoria para acomodarnos mejor en la tabla del Grupo H de la Copa Libertadores (sólo tenemos un punto; Nacional, 7; Olimpia, 5; y Patronato, 3). En el otro partido del grupo, Patronato recibe al Olimpia de Paraguay. No hay margen para el error. Una derrota nos sacaría de la disputa por los octavos de final de la Copa y sólo quedaría luchar por el tercer puesto para jugar el repechaje que permite jugar la Copa Sudamericana.

El viernes estuve en la tribuna sur desde temprano y viví una noche fantástica. Quiero resaltar la actuación descollante de Tomás Martínez, el diez rojinegro, que día a día crece y crece y demuestra toda su categoría (viene de las canteras del Club Atlético River Plate de Buenos Aires). El argentino, un mago con el balón cuando se ilumina, ha confesado que la adaptación le ha costado un poco, no obstante, ya está justificando su contratación y con creces. La sociedad que está armando con Cuesta nos va a dar muchas más alegrías.

Magnín, por su parte, al parecer todavía no se ha adaptado completamente a vivir en Arequipa y a jugar en el fútbol peruano. Reconozco que he sido muy crítico con él y en varias jornadas me he sentido decepcionado. No ha marcado los goles que todos esperábamos, desde luego. Ahora, vale recordar que los mejores jugadores aparecen en los partidos importantes y su desempeño contra Alianza fue más que aceptable: marcó el primer gol, aunque en el segundo tiempo se falló una oportunidad increíble. Dicho esto, yo lo mantendría como titular contra el Atlético Nacional de Medellín. Lo dice el viejo adagio futbolero: equipo que gana no se toca. La Libertadores tiene rivales de otra jerarquía, lo sé, y hay que arriesgar. El miércoles por la noche la consigna será una sola: ¡ganar o ganar!

No me canso de ver las imágenes del partido. Algunas celebraciones emotivas y diversas fotos para ponerles marco: un vendedor de café que celebra jubiloso levantando su termo mientras Magnín llega a Oriente para dedicarles el gol a los hinchas. Un compañero del colegio, integrante de la barra León del Sur, abrazando en la cancha a Bernardo Cuesta luego del 2 a 1. Orzán mostrando el puño en alto a la tribuna. Soso corriendo como un poseso, eufórico dirigiéndose a los camerinos.

La magia del fútbol hace que la victoria de nuestro equipo nos arregle la vida. Uno duerme tranquilo. Sonríe. Celebra. Se ilusiona. No es sólo un juego: los hinchas de Melgar lo sabemos muy bien y a todos los que siempre apoyan al Dominó les mando mi abrazo y mi aliento. Seguiremos celebrando, lo sé. Estoy convencido. Hay que creer: tenemos con qué dar pelea. Y, cada vez que se pueda, aterricemos a los equipos inflados por la prensa centralista. Cuando termina un partido y las tribunas se unen para corear “¡Arequipa, Arequipa, Arequipa!”, uno se va tranquilo a casa. Y es algo impagable.

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