¿Y los deberes?
Por: P. Luis Andrés Carpio Sardón
«El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano”
Platón.
“Sí tengo derecho a dar el examen de subsanación. Dígame a dónde debo ir para dar mi examen”. Esta fue la afirmación de uno de mis alumnos ante mi respuesta sobre que no le correspondía darlo. Fue la defensa de un derecho; y estuvo en la razón.
Esto me dejó pensando sobre un tema que leí hace un tiempo: la idea de que cuando los seres humanos nos empezamos a diferenciar más de los animales es cuando comenzamos a darnos cuenta de nuestros deberes. Cuando un bebé tiene hambre, llora; sin darse cuenta de que su mamá también necesita dormir, o de que está cansada, etc. “Reclama sus derechos” a todo pulmón. Lo mismo le pasa al animal que, al mirar, sólo ve lo que le conviene, o lo que lo amenaza.
Cuando el niño empieza a darse cuenta de que su mamá también tiene necesidades y que él puede ayudarla, por ejemplo, aguantándose el hambre, para comer a su hora y dejar que su mamá duerma…; en ese momento, ese niño ha alcanzado el uso de razón.
Todos sabemos que el mensaje de Jesucristo es educativo; de hecho, por eso también llamamos a Jesús “el Maestro”.
Por tener esa finalidad pedagógica, el mensaje cristiano nos alienta a cultivar las diferentes virtudes como dice Platón en la cita de más arriba (la sinceridad: “no mentirás”; la honestidad: “no robarás”; etc.).
Pero además, el mensaje de Cristo nos alienta también a convertirnos en un mejor ciudadano (también siguiendo la cita de Platón)… Pienso que no hemos caído en la cuenta de esto último.
Muchos pensamos que el mensaje cristiano se vive asistiendo a Misa y rezando. Esto es verdad, pero, no es toda la verdad.
Preguntémonos, ahora que se viene la Fiesta de Arequipa: ¿no sería más bonita nuestra ciudad si los arequipeños mejoramos como ciudadanos?; ¿si yo soy más limpio y barro la frentera de mi casa y no boto basura en la calle, no estará más limpia Arequipa?: ¡Sí!
Pero, ¿cómo se hace para ser mejor arequipeño?: miremos a Jesús y fijémonos en su ejemplo y en su enseñanza, y nos sorprenderá descubrir al modelo del buen ciudadano.
Veremos que empezaremos a actuar como buenos hijos de Dios cuando sacamos la basura dentro de su bolsa, en el día y en la hora en que pasa el camión de la basura; y cuando, al manejar, dejamos pasar a la señora que quiere cruzar la calle, sin meterle el carro; cuando no estacionamos en la zona rígida, aunque nadie nos diga nada ni nos sancione si lo hiciéramos; cuando pedimos boleta al hacer una compra, facilitando que se paguen los impuestos; cuando nos abstenemos de tocar la bocina innecesariamente.
Ilusionémonos con ser buenos arequipeños, buenos ciudadanos, preguntándonos más veces al día: “¿qué harías tú, Jesús, si estuvieras en mi lugar?”, y sigamos su ejemplo: nos sorprenderemos.