El terreno poco fértil para la democracia en Perú
Por: Christian Capuñay Reátegui
En la conferencia de Punchauca, el general José de San Martín propuso al virrey La Serna el establecimiento de un gobierno regente, cuya cabeza sería el propio La Serna, con dos delegados, uno de los realistas y otro de los patriotas. Dicha administración debería funcionar hasta la llegada al país de un infante europeo que asumiría la corona de la futura monarquía constitucional peruana.
Se criticó mucho a San Martín por esta novedosa iniciativa. El famoso militar argentino había dirigido batallas contra los españoles en su país natal y en Chile. Sin embargo, en el Perú propuso un acuerdo con las fuerzas a las que debía eliminar si quería cumplir el objetivo de asegurar la independencia. Peor aún, al sugerir un gobierno encabezado por un príncipe español emitía el contradictorio mensaje de buscar la independencia de España para luego dejar en el poder a un gobernante proveniente de España.
Para algunos es fácil censurarlo en la actualidad por su propuesta. Lo correcto, sin embargo, es no desligar aquella de su contexto. Una explicación apunta al convencimiento de San Martín respecto a que el Perú no estaba preparado para convertirse de forma abrupta en una república y en una democracia.
De acuerdo con su punto de vista y el de Bernardo Monteagudo, la sociedad peruana de la época estaba muy fragmentada y enfrentada entre facciones, característica que complicaba las posibilidades de formar un gobierno estable. Asimismo, los peruanos, tras siglos de virreinato, no tenían la preparación para ejercer los derechos políticos que confiere la democracia. Por otro lado, la riqueza se encontraba distribuida en forma muy desigual, lo cual generaba hondos resquebrajamientos sociales.
Han pasado más de 200 años y si bien sería arriesgado señalar que el contexto político, social y económico del Perú de la actualidad es idéntico al que había en las turbulentas épocas de las luchas por la independencia, podrían considerarse algunas similitudes. Tal vez, la más notoria sea el enfrentamiento entre las élites que bloquea cualquier posibilidad de lograr acuerdos sustantivos en torno a los cuales enrumbar al país.
¿Será que dos siglos después de la llegada de San Martín los peruanos no estamos todavía preparados para constituirnos en una democracia consolidada, sólida y estable? La encuesta del Latinobarómetro 2023, publicada el 21 de julio pasado, revela que el 49% de la población nacional apoyaría la llegada al poder de un gobierno no democrático si soluciona los problemas. Asimismo, solo el 8% está satisfecho con la democracia, mientras que el 91% afirma no estar nada satisfecho con ella.
Es verdad, sin embargo, que la insatisfacción con la democracia se presenta tras décadas de gobiernos incapaces de solucionar los problemas del país. Es decir, tal rechazo obedecería a la frustración de la gente ante la ineptitud de sus representantes y ante otros males como la corrupción, los personalismos, la debacle de los partidos, entre otros.
Esfuerzos por formar un gobierno estable y solvente se sucedieron tras la partida de San Martín del Perú. Estos, por desgracia, fueron infructuosos y hasta penosos. El caudillismo y el personalismo se impusieron, lo que dio paso a la llegada de Bolívar y al primer militarismo. Deberíamos tener en cuenta estos pasajes de nuestra historia para delinear a dónde podríamos ir a parar si continuamos por el mismo camino de la inestabilidad y el enfrentamiento.