Resistencia de maestros provocó caída de Velasco
Por Carlos Meneses C.
La revolución militar fracasó al intentar reforma educativa que no gustó a los profesores.
Se cree que la Reforma Agraria fue sustantiva en la defensa del gobierno de la Fuerza Armada que derrocó a Fernando Belaúnde en 1968 y que terminó con las propiedades privadas en norte, centro y sur del Perú, con la sola excepción, respecto a su aplicación en la provincia de Arequipa en donde los medianos y pequeños propietarios de tierras se resistieron a aceptarla y asumieron la defensa de lo suyo con manifestaciones y hasta con armas.
En el año de 1972, el 31 de marzo, se promulgó la Ley N.º 19326 de la Reforma de la Educación que prepararon cerca de 100 expertos de todo color y nivel profesional, que los maestros observaron desde un primer momento.
El presidente del gobierno militar, Juan Velasco Alvarado se equivocó cuando creyó que el magisterio iba a apoyar su propósito y comenzó a dialogar con los dirigentes asociados a grupos de trabajadores en Educación para conseguir su respaldo.
Entonces, en Arequipa, un profesor de primaria que trabajaba en Sabandía formó el Sindicato Distrital de Maestros Primarios y después, con el concurso de otros colegas suyos, alentó la creación del Sindicato de Profesores Primarios de esta parte del país, en 1969. Dando vida al Movimiento Independiente de Unificación Magisterial de la región y fue el primer secretario general del Sindicato Único de Profesores de Arequipa, entre el 2 y el 6 de julio de 1972.
Este mismo maestro nacido en Carumas un pueblo moqueguano vecino a Arequipa, creó el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP) y se alineó con todos los grupos de izquierda, demócrata cristianos e independientes para copar el Comité Ejecutivo Nacional, esto después de la deportación de Arturo Sánchez Vicente, quien era su competidor en elecciones.
En la escuela normal de varones regentada por los hermanos cristianos de La Salle se había preparado un nuevo dirigente de los profesores y en 1973, Zevallos Gámez se inscribe en el partido Patria Roja y comienza a exigir reivindicaciones laborales y de remuneraciones.
Al ser informado Velasco de los afanes del SUTEP y deseoso de evitar confrontaciones decide utilizar la represión, las deportaciones y apresamientos para reducirlos, pero fracasó. En 1974, llama a Palacio a Horacio Zeballos, pero el SUTEP se mantuvo en sus trece.
Un año antes de esa cita, en 1973 al producirse un paro nacional del magisterio Zeballos y 96 maestros más fueron apresados, llevados a la colonia penal del Sepa, ubicada en plena selva, donde fueron torturados y permanecieron cerca de 8 meses. El tiempo que estuvo recluido, Zeballos contrajo tuberculosis, entre otros males como la gastritis y recibió maltratos en los genitales.
El 13 de junio del 74, los pusieron en libertad y fueron convocados a cita a Palacio de Gobierno, Horacio Zeballos no pudo ser deportado porque ingresó a la clandestinidad.
El magisterio el 8 de mayo de 1978, inicia una huelga general indefinida que duró 81 días y como la dictadura se negara a reconocer al SUTEP, levantar el receso de la universidad La Cantuta, nombrar como titulares a todos los profesores contratados; la medida de fuerza fue prorrogada hasta durar 120 días.
Zevallos Gámez se refugió en Arequipa, pidió asilo al diario Correo y la respuesta fue positiva, luego permaneció escondido en la casa de la calle Melgar en la que vivía el propio director del periódico que lo protegió otro medio mes antes de devolverlo al SUTEP para que en permanencia de sus militantes lo escondieran en distintos lugares como Yumina, la misma Sabandía y la ciudad. Entre los docentes que coordinaban su cuidado y protección figura la actual catedrática universitaria, Florencia Concha.
Producto de sus afanes, el SUTEP mantuvo oposición al gobierno a pesar de que hubo quienes consideraban vinculados a los izquierdistas militares y a los profesores sutepistas de Patria Roja.
Cuando reaparece Zevallos como hombre libre, ya gobernaba Morales Bermúdez y todos convinieron en unirse para facilitar el regreso de la democracia en elecciones que ganó Fernando Belaúnde, el año 80.
Llamó la atención las buenas relaciones que tuvieron, sobre todo, en Arequipa, el secretario general del SUTEP y la Iglesia católica liderada por Fernando Vargas Ruiz de Somocurcio a quien siempre se refirió Zeballos Gámez como “padrecito”, no por el cargo que tenía Vargas, sino por la pequeñez de su estatura.
Esas relaciones cordiales se testimoniaron también con el obsequio de una cruz que el arzobispo arequipeño hizo al SUTEP y que llevó sobre hombro el prelado y recibió Zevallos Gámez colocándola en el patio del local del SUTEP, ubicado en el pasaje Santa Rosa.
También se recuerda que por mediación de quien en ese tiempo habló con las dos figuras que representaban a profesores y a la Iglesia se consiguió que la misa por el día del Maestro, el 6 de julio, se celebrara en la Catedral con la asistencia de todas las autoridades y la lectura del Evangelio por turnos entre gente de la izquierda y profesores católicos.
Finalmente, debe precisarse que el SUTEP tenía una consigna cuando había problemas con el magisterio católico: “Eso está reservado al más alto nivel, que hable el Arzobispo con Horacio”, era la respuesta que recibían los dirigentes.