¡Qué atrasado está el progreso!
Por: Ruth Anastacio

En la tira 638, Quino dibujó a una Mafalda abatida exclamando el título de esta columna después de enterarse de que en el mundo había 700 millones de adultos analfabetos. Más de 60 años después, esa cifra no ha disminuido; aunque la población globalmente se ha incrementado, necesitaríamos dos territorios como Estados Unidos para albergar a todas las personas que hoy en día no saben leer ni escribir.

En setiembre se celebra el Día Internacional de la Alfabetización para recordarnos su importancia como factor de dignidad y de ejercicio de derechos de las personas que no pudieron educarse. En nuestro país, el 22% de mujeres rurales mayores de 15 años es iletrada, pero también hay analfabetismo en las ciudades, sobre todo en los trabajadores del sector informal, con empleadores que no solicitan certificado de estudios. Existe un estigma que muestra a las personas en condición de analfabetismo como ignorantes, cuando se trata de mujeres y hombres resilientes que interactúan en contextos letrados, lo que les dificulta su desenvolvimiento. No por ello dejan de generar ingresos y emprendimientos o de velar por la educación y salud de sus familias.

Los testimonios de las personas que no pudieron acceder a la educación son dolorosos por las marcas de exclusión que les generó negarles la posibilidad de ir a la escuela. Siendo niños no pudieron tomar decisiones o agenciarse una vía para educarse, pero ahora, como jóvenes y adultos, tampoco encuentran facilidades para hacerlo. Los programas de alfabetización tienen un planteamiento escolarizado, los aprendizajes se vinculan con el cumplimiento de áreas curriculares más que al desarrollo de competencias para la vida y el trabajo, haciendo que por las mismas condiciones familiares y labores sean imposibles de compaginar con su realidad.

Jaime Saavedra, en su libro Estamos tarde, argumenta que el pilar fundamental e imprescindible de cualquier estrategia que lleve al desarrollo de un país es la educación. Según el Censo del 2017, cerca de 6 millones de compatriotas mayores de 15 años no accedió o no pudo culminar el nivel primario, esto representa el 30% de la PEA.

Si entendiéramos que la educación es esencial para mejorar nuestras condiciones de vida, exigiríamos que se invierta más y mejor en ella, planteando soluciones innovadoras y pertinentes, más accesibles con el uso de la tecnología para la alfabetización y adaptables a la dinámica de los adultos. Debemos trabajar de manera articulad, Estado, sociedad civil y población, por la educación de calidad para todos los peruanos, ya que somos el más importante capital para alcanzar el desarrollo, así podremos experimentar el verdadero progreso como nación.

Dejanos un comentario

Your email address will not be published. Required fields are marked with *.