Caridad y justicia, justicia y caridad
Por: P. Luis Andrés Carpio Sardón

“La verdad es que no se puede promover la humanización del mundo renunciando, por el momento, a comportarse de manera humana”, enseña el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Deus caritas est (2005).

Con esta enseñanza, el Papa quería recordar que la doctrina social de la Iglesia se apoya en dos virtudes: la caridad y la justicia. En ambas, nunca en una de ellas sin la otra.

En ese sentido, el clásico ejemplo de organizar una chocolatada para niños pobres por Navidad que es, sin duda, una iniciativa muy buena; se demuestra, al mismo tiempo, insuficiente: puesto que no resuelve de una manera definitiva lo que causa el estado de necesidad de esos niños.

Vemos entonces, que la caridad no se puede vivir sin la justicia, como un simple medio para calmar la propia conciencia del que tiene más medios económicos, como en este caso, dando soluciones inmediatas, pero pasajeras, a los problemas de los más necesitados, sin contribuir a quitar lo que causa esos problemas.

Otro ejemplo podría ser el de alguien acomodado que, viendo que la persona que trabaja como portero de su edificio tiene una enfermedad cara y se abstiene de ayudarlo pensando “yo ya pago mis impuestos”.

Vemos en este caso que la justicia tampoco se puede vivir de verdad sin la caridad: todos nos damos cuenta de que, para una persona recta, se deben atender ambas cosas a la vez: pagar los impuestos, para contribuir a la construcción de la sociedad; y aportar con las medicinas, para el bien de la salud del portero.

“El amor siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa… Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad… nunca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad de cada cristiano individualmente porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor”, dice Benedicto XVI también en Deus caristas est.

Todos entendemos que es utópico pensar que la caridad va a dejar de ser importante en algún momento, porque la sociedad haya a alcanzado un nivel de justicia que vaya a hacer innecesaria la bondad, la generosidad, la comprensión, el cariño y el altruismo. El amor nos mueve a ofrecer a los que nos rodean mucho más que cosas materiales.

Pienso que es esto lo que el Papa nos quería enseñar.

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