Afectación a la salud por el consumo de peces
Por: Roy F. Cárdenas Velarde
Hace algunas semanas conocíamos por distintos medidos la decisión de Japón de verter un millón de metros cúbicos de aguas tratadas provenientes de la destruida central nuclear de Fukushima al océano Pacífico en los próximos 30 años, decisión respaldada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Dicha decisión trajo como consecuencia que China opte por impedir la importación de peces que vinieran del país nipón, bajo el argumento de proteger la salud de sus ciudadanos.
La decisión no fue bien recibida por Japón, y algunos especialistas afirman que dicha medida responde a un interés económico, toda vez que el gigante asiático era el principal comprador de los recursos marinos provenientes del país nipón. Se supo también que el impedimento fue secundado por Corea del Sur.
Pero ¿no existirá algún otro hecho pasado que motivó dicha medida? Respecto a aguas tratadas provenientes de centrales nucleares, no, pero sí uno relacionado con la afectación de la salud como resultado del consumo de peces contaminados.
En 1956 un gran número de ciudadanos de Minamata, una pequeña ciudad del sur de la isla de Kyushu, en Japón, presentaban síntomas como entumecimiento o temblor en las extremidades, la reducción del campo visual, dificultad para oír y ataxia.
Al inicio se desconocía la causa de ello; pero años más tarde se supo que la causa era el vertimiento de grandes cantidades de mercurio realizado por la empresa química Chisso en la bahía, el cual había ingresado al organismo de los peces y luego al de los ciudadanos de Minamata, como consecuencia de su consumo.
Como se puede ver, al parecer la preocupación por el gigante asiático tiene sustento en hechos pasados; por lo que ello podría justificar –en cierta medida– la decisión de cerrar sus puertas para la importación de peces provenientes de Japón.
Un caso similar –de afectación a la salud por el consumo de peces contaminados– los tenemos en Madre de Dios, donde algunos estudios arrojaban que la salud de su población resultó afectada por el consumo de peces contaminados por mercurio.
La historia parece dar argumentos para entender la decisión adoptada por China. Esperemos dicho vertimiento se detenga hasta tener una certeza –absoluta– de que ello no afectará la salud de las personas. No vaya a ser que al igual que en Minamata, luego tengamos a los Estados reuniéndose para ver qué medidas adoptar. No olvides que demoró más de 50 años suscribir el Convenio de Minamata contra el Mercurio. ¿Cuánto nos demoraría ahora el adoptar un nuevo convenio?
Como siempre les digo a mis alumnos, conocer la historia nos permite entender el presente, proyectar un mejor futuro. Es mejor prevenir que lamentar.