Cuento: “email”
Por Paola Campano

Carito:

Recibí tu correo por supuesto, voy a empezar por el final, me dio mucha risa que pusieras que si no escuchabas de mí en una semana entonces me enviarías una carta en papel y lapicero. Soy vieja hija, pero recuerdo lo que me enseñaron sobre manejar una computadora, esas fueron las ventajas de trabajar más años de los que debía.

Para responder a tu pregunta, primero te tengo que recordar una historia, estoy segura que te la he contado uff, muchísimas veces, pero una más no hace daño. Ya son 40 años desde que conocí a Joaquín, 42 si quieres que sea exacta.

Joaquín no era tan apuesto. Era alto, sí, y tenía una linda piel morena, pero no era tan apuesto. Lo conocí en el cine, chocamos y tiró mi canchita, apenas si dio una disculpa y entró corriendo tras su grupo de amigos.

Yo estaba allí con Alonso, él era mi novio en ese entonces y fue a comprar más sin decir una palabra. No recuerdo la película, ha pasado ya mucho tiempo, pero sí sé que era de comedia y Alonso no soltó ni una pequeña risa, me molestó eso más que perder la canchita, él siempre fue así, nunca dejaba pasar nada y jamás se le iba el enojo fácil.

No volví a ver a Joaquín hasta meses después, en la fiesta de una amiga. Yo apenas había terminado mi relación con Alonso y no quería saber nada de nadie, pero mi amiga nos presentó y cuando estuvimos frente a frente pude ver que se acordaba de mí ya que con una sonrisa me pidió disculpas por el incidente del cine y me dijo para ir a ver una película y “poder pagarme la canchita que tiró”. Recuerdo que reí por la forma en que lo dijo y porque no era nada sutil al pedirme un encuentro. No quise salir con él, pero sí le di mi número de teléfono.

Nos hablábamos todo el tiempo, él llamaba tanto a la casa que tu tía Rebeca empezó a amenazarme con que le contaría a papá que tenía un nuevo novio. Al fin, un buen día quedamos para salir, recuerdo que luego de aceptar le dije: “Pero no olvides que no es una cita” y él solamente se rio.

Fue la mejor cita que he tenido, aunque no, creo que no, ya no estoy segura. Ha pasado mucho tiempo hija y tuvimos muchas citas encantadoras, pero a esa le tengo un especial cariño. Recuerdo que fuimos al cine, aunque si me preguntas no podría responderte nada de la película o la comida, lo que sí sé es que reí todo el día, todo el tiempo.

¿Y sabes qué? Desde entonces no he dejado de reír. El día de nuestra boda, antes de irnos de la fiesta, nos hicimos una promesa: Nunca dormir peleados.

Hemos tenido malos días, días horribles y días en los que sentía que ya no quería verlo. Hubo noches interminables de riñas y discusiones, llanto y mucha conversación. No pudimos mantener nuestra promesa de no dormir enojados, pero aun así te puedo asegurar que fui dichosa, sí, aun cuando peleábamos. Y eso era porque no importaba el problema, siempre estábamos ahí para hacernos felices el uno al otro.

No, Joaquín no era el más apuesto, ni el más inteligente o el más caballero, que son las palabras que a ti te gusta usar para describir a tu novio. Pero fue el mejor compañero de vida que pude desear y aun ahora que él ya no está, sé que me espera en otra vida y que volveremos a reír juntos.

Así que mi respuesta Carito, es esta: La manera en que supe que quería casarme con tu abuelo no fue pensando que no podía vivir sin él o que necesitaba estar a su lado todo el día, no. Lo supe porque me di cuenta de que podía vivir sin él, pero que no quería hacerlo. La vida era mucho más divertida a su lado.

Tu abuela que te ama

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