Mujeres: agentes de cambio

Por: Luis Luján Cárdenas

En Perú, las mujeres ya son mayoría: de 32 millones de habitantes, 16 millones 435 053 es población femenina.

En el día Internacional de la Mujer es necesario reflexionar (para la acción) que su papel en la gobernanza es vital en las decisiones y políticas públicas, dada su experiencia y visión de género. No es un complemento del hombre, es una alianza societal natural en la humanidad.

En el caso del Perú, las mujeres ya son mayoría: de 32 millones de habitantes, 16 millones 435 053 es población femenina, mientras que los hombres suman 16 millones 190 895 (INEI, 2020). Pero en términos de administración pública, los hombres acaparan el destino nacional, ignorando que la discriminación de género es una clara violación de los derechos humanos.

Para muestra un botón: la Autoridad Nacional del Agua, por ejemplo, ha ignorado olímpicamente a las mujeres. Desde su creación, el 13 de marzo, han transcurrido 16 años de dominio varón, a través de 19 jefes (15 ingenieros agrícolas, un biólogo, dos abogados y un veterinario, cuya gestión promedio duró ocho meses). Quizás es hora de que una mujer sea la que rescate la institución y enfrente con éxito la crisis del agua.

La igualdad de género no es solo un imperativo de conciencia social y de moral sino también una necesidad política, especialmente en la gestión pública. Las mujeres no pueden estar subrepresentadas, postergadas, ignoradas y a la sombra del Estado. Este viejo paradigma no se condice con los nuevos tiempos que vivimos, de participación plena y oportunidades sin marginación alguna, amplia justicia social y respeto a los derechos humanos.

Las sociedades patriarcales son de larga data en el Perú. El cronista de raíces indígena y quechua Felipe Guaman Poma de Ayala (1534-1615), recogiendo testimonios durante la invasión española, muestra el estigma a la mujer al contar sobre el origen del primer soberano inca, que fue hijo del sol y de una hechicera (sic): “La primera coya, llamada Mama Uaco fue muy hermosa y morena de todo el cuerpo y de buen talle. Dicen que fue gran hechicera, según cuenta su vida e historia que hablaba de los demonios, esta dicha señora hacía hablar a las piedras, y peñas ídolos guacas. De esta señora comenzaron a salir reyes Ingas”.

Más María Rostworowski (1988) planteó que existieron dos arquetipos de mujer inca: la hogareña, que se encargaba de cuidar a los hijos, de tareas agrícolas y textiles; y, por otro lado, la mujer de la élite independiente, libre y guerrera. “Las mujeres de la élite tuvieron específicas funciones no sólo económicas y sociales, también políticas, rompiendo así con el binomio hombre-poder” (Sanz Romero, 2016). La polémica está allí.

Volviendo al tema del agua: sería mentirnos a nosotros mismos si creemos que vamos a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el ODS 6 (acceso universal y equitativo al agua potable), establecido por las Naciones Unidas, sin la plena, justa, oportuna, equitativa y sostenida participación de las mujeres en cargos decisorios en los destinos del agua –y de toda la sociedad– en sus distintos sectores y niveles públicos para construir comunidades resilientes, prósperas, amigables con el medioambiente.

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