Los reclamos desoídos

Por: Carlos Meneses

Esas voces no deben ser desoídas, pues en última instancia no revelan sino la realidad que vivimos y los deseos de concordia que tenemos los peruanos.

A las demandas de los peruanos no atendidas se han sumado las opiniones de organismos internacionales y de parlamentarios estadounidenses, quienes señalan que Perú está perdiendo imagen como Nación democrática, esto por las tendencias autoritarias que se observan, unas veces, en el Ejecutivo y otras en el Legislativo.

Es lamentable que esto ocurra y se perjudique la imagen de un país que tiene la obligación de mostrarse como consecuente con los orígenes de los poderes que nos gobiernan y que fueron producto de elecciones libres.

Es necesario detenerse en el pronunciamiento reciente de la Conferencia Episcopal cuyos prelados invocaron a detener los enfrentamientos públicos, aparentemente resueltos, entre el Parlamento y la Junta Nacional de Justicia (JNJ).

La persistencia y la terquedad demuestra que debiéramos ser más cuidadosos en proteger el nombre del Perú en América, además de mostrarnos como una Nación que sí quiere la democracia y la respeta más que otras comunidades de América Latina. Es oportuno actuar en consecuencia con respecto al proceso electoral del 2026 en que se cumplirá el ciclo de vida del gobierno de Dina Boluarte.

El pronunciamiento de los obispos también está referido al hambre que sufre nuestro pueblo y aún se recuerda la frase que el papa Juan Pablo II pronunció en Perú cuando dijo “que la sed de justicia puede esperar algo, pero la del hambre, no”. Por eso se entiende que la Iglesia en esta Cuaresma y en la Semana de Pasión se preocupe intensamente por la situación penosa de las familias que no tienen qué comer e invocan que todos los afanes de los poderes se centren en atender este problema.

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