Canto y coraje

Por Willard Díaz

Cuando Kiri Escobar regresó a Arequipa, después de años, en febrero, hubo ocasión de conversar con él. Fue larga la reunión, aquí algunos momentos del diálogo.

WD. Te conocí allá por el 75 o el 76, que viniste a dar un par de recitales en Arequipa. Yo trabajaba en una radio y te entrevisté por primera vez.

KE. Sí pues. Venía a Arequipa por un amigo, el Loco Gibons, que armaba recitales para un sindicato ferroviario que estaba activo. Yo caía con frecuencia; quería quedarme en Arequipa. Siempre me ha gustado estar acá.

De niño hubo una oportunidad de que mi padre se trasladara para acá. Yo hubiera llegado de ocho o nueve años y probablemente sería otra cosa. Acá yo hubiera empezado a conocer mejor lo andino. Como he crecido en Lima y he estado mucho tiempo en otros países, lo andino no me sale automáticamente.

Lo que compongo no es por académico sino por adherencia de mi entorno, de fuerzas que se cocinan dentro de mí y después salen.

Por eso no me sale tampoco el vals criollo, no compongo ni lo canto. He sido pata de Chabuca Granda y no conozco todas sus canciones. Menos de otros compositores de valses.

WD. Desde que te conocí siempre he seguido tu música, tus discos…

KE. ¿Qué escuchaste?

WD. “Ómnibus”, por ejemplo. Me conquistó.

KE. A pesar de que yo no quería que salga, porque hay un par de canciones mal hechas. “Sueños y quimeras” está mal interpretada. “Jirón de La Unión” solo hicimos pruebas pero el italiano que estaba grabando dijo “Eso ya está pagado y eso va a quedar. Si quieren grabar de nuevo tienen que pagar”. Yo había ido para solo dos temas, la guajira “El pobre” y la salsa “Tu destino”, pero la presión de los otros músicos que estaban ahí pudo más. Cedo mucho a la presión, y al dinero que estaba metiendo para la grabación, dinero que le había ganado a una empresa por un litigio de tres años. Mi esposa me dijo: “Ya, de este dinero, tú quieres grabarte un disco”. “Sí, un par de canciones”. “Listo, tantos, el resto déjalo para la casa”. Pero cuando llego al estudio, con los patas, que un par de canciones más, y aquella más. Total terminamos grabando ocho.

WD. Sin embargo, he escuchado por ahí que empezaste como músico de rock.

KE. Con el grupo Los Dreams: Los en castellano y Dreams en inglés. Era la época de la nueva ola. Tendría unos veinte años, y ganaba un montón de dinero, en el Canal 4. El programa se llamaba “Cachirulo y sus Cuatronautas”. Nosotros trabajábamos acompañando a niños que cantaban las de moda. Era bien complicado, porque venían las mamás con las criaturas y un disco. Yo escuchaba el disco y sacaba la tonalidad, y después venía el niño y cantaba en cualquier tonalidad, o sin tonalidad. Yo tenía que improvisar, acomodar, enseñar, transponer, hacer lo que se pueda. Para eso me buscaron Los Dreams. Puse todas las objeciones: “Nunca he trabajado así”, “No tengo guitarra eléctrica”.

Estábamos en el carro del papá, que los apoyaba. A mí mi padre y mi madre no querían que me meta en nada de música. El señor dijo “Vamos a Paruro y vemos una guitarra eléctrica, la pruebas y si te gusta la compramos”. “Pero yo no tengo plata”, “La compramos y cuando estés trabajando la pagas de a pocos. Ahí en el canal vas a ganar bien”.

Bueno pues, yo pensando compramos la guitarra, aprendo a tocar, ensayamos y dentro de tres o cuatro meses empezamos a trabajar. Me invitaron a almorzar y después el señor dice “Ya es la hora, vamos al Canal 4”. En la cola afuera ya estaban las mamás con los niños. “A ver, que pase la primera mamá”. “¿Cómo?” dije yo. “Sí, ya estamos trabajando”. Nada que hacer. 20 mamás con sus niños toda la tarde. Después de cenar nos fuimos a su local para completar las canciones y al día siguiente ya fue la función.

“Has hecho un trabajo increíble”, me dijo el papá, “te voy a adelantar parte de lo que vas a ganar”. Me hace un sobre con billetes. Porque además el grupo tocaba en varios locales acompañando a los cantantes de la época. Tenían una combi para llevar los instrumentos, la manejaba un señor que se apellidaba Guisado, y yo le decía “Estofado”.

Así trabajé tres años en ese canal. Para mí fue una súper práctica para desarrollar el oído y memorizar melodías, armonías. Me pagaban bien, porque a la vez hacíamos la musicalización de los jingles comerciales de la época.

WD. He leído por ahí que esa vida cambió cuando entraste a trabajar al teatro con una compañía que hacía obras brasileras.

KE. Yo le llevaba a mi papá esos sobres manila llenos de billetes y él me dijo “De dónde sale todo esto”, y le conté. Yo ganaba más que mi papá en esa época. Trabajaba a veces para Ferrando o para Pedrín Chispa en sus contratos particulares.

En efecto, un día me llamaron para ayudar con la música a un grupo de teatro llamado “Duende”. La obra se llamaba “Muerte y vida Severina”, de Joao Cabral de Melo, con música de Chico Buarque. Se presentaba en La Cabaña.

Llego y me dicen “Aquí están las canciones, estas son las actrices que las cantan”. Toda música brasilera.

Las mujeres cantaban en coro y era parte de la pieza. Canciones para mí totalmente novedosas, me parecían increíbles. Me enseñaron otras armonías, ritmos. “No no, así no. El ritmo con el bordón” “Ah, ya”. Pasé así once días.

El Kiri que entró, del grupo “Los Dreams”, murió. Dije “Lo que estoy haciendo con el grupo de rock es basura”. Recién tomé consciencia de dónde estaba. ¡Estaba en el Perú! Con Cachirulo y sus Cuatronautas íbamos a veces a provincias, giras tres o cuatro días. Ahí vi a cantidad de gente con ponchos, polleras, alrededor del local, al borde de la plaza, y unos cuantos que pasaban las barreras y se sentaban junto a nosotros. Yo a veces me salía del hotel y daba una vuelta por la ciudad, veía a la población que hablaba en quechua y no entendía ni jota. Qué cosa es esto, ni idea. No conocía el país en el que estaba.

Cuando acabé con los brasileros regresé al grupo y les dije “Desgraciadamente ahí acabó la cosa, los acompaño un par de meses más mientras consiguen un remplazo, pero esto ya no es lo mío”.

WD. Entiendo que las armonías de la Música Popular Brasileña, esos ritmos y acordes tomados del jazz y fusionados con lo afro fueron un descubrimiento para ti. Lo veo en tu música.

KE. Fue un proceso largo. Empecé a escuchar a Atahualpa Yupanqui, Los Chalchaleros, el bossa nova, Violeta Parra, Vinicio de Moraes. Radio Santa Rosa difundía la Canción Protesta, la Nueva Música Latinoamericana. Influido por todo esto empecé a componer y de allí salió mi estilo, mi repertorio. Un músico de mi barrio, Luis Pacora Rojas, me enseñó a escribir música. Yo no tenía disciplina, todo era de oído.

WD. Y a eso veo que se ha sumado tu lírica. Tus letras son muy poéticas, y comprometidas con lo popular, con un sentido humanista de justicia. ¿De dónde te sale esa inclinación? En la época de Mariátegui el artista de vanguardia estaba ligado culturalmente al pensamiento político y a nadie le asombraba eso. Hoy los poetas son apolíticos, los narradores quieren ventas, los músicos son comerciales.

KE. Como dice Erick Tejada, ahora todo es visto por cajones. Aquí el cajón de la economía, aquí el cajón de la política, aquí el de la salud, aquí el de la música; y hay que estudiar uno por acá y el otro por allá; como que no estuviera todo integrado.

¿Qué cosa es lo que integra? La Cultura. Pero algunos piensan que la Cultura es una cosa complementaria, una sonsera a la que hay que darle un poco de dinero para que no hagan bulla, que se compren vestimenta folklórica, saquen algunos libros.

Completamente equivocados: la cultura envuelve todo. Si quieres crear algo que convoque a todos, que cumpla objetivos globalizantes, tienen que sentir que forman parte de un humus cultural que a todos pertenece. En lo particular puede ser de tradición española, quechua, aimara, africana, pero tiene que haber algo que a todos nos una, nos caracterice: eso es la cultura. Como España, con varias tradiciones distintas, pero algo es lo español que reconocemos y lo diferencia de los franceses o los ingleses.

Cada persona que hace algo lo hace basándose en la ideología, no en la cultura. “Yo soy trostkista”, “Sí, pero trotskista qué, ¿peruano, argentino, europeo?”. Dejan la cultura atrás, cuando la cultura es lo que nos amalgama, nos une. La experiencia de todo lo que he vivido me muestra que ese es el defecto de todo proyecto político, que no se integran. No es lo que pretendía Mariátegui, al juntar a los artistas de cualquier ideología era para juntar a intelectuales que desde la cultura muevan a la sociedad. Lamentablemente se murió el señor y no hay más de eso.

WD. Ahora al contrario, los artistas de vanguardia, los mejores poetas no deben tener posición política, compromiso social alguno. Ese es el ideal. No más Vallejo, no más Arguedas, no más Scorza.

KE. Eso es lo pernicioso. Porque en realidad sí tienen, no es que haya un punto en el que “Yo soy apolítico”, “Ah, no. Tu política es ser apolítico”. En lo apolítico, ¿qué manda?, la cultura dominante; esa cultura que mezcla todo lo que ayuda a la mediocridad, la falta de profundidad, una vida fácil por encima de los demás. El individualismo a rajatabla, cada uno en su casa, cada uno a su suerte.

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