Había una vez en el reino de Ancat

Por Gabriela Caballero Delgado

Si todas las personas estamos hechas con historias, las de Guido Fernández de Córdova son extraordinarias. La noche del martes 12 de marzo, algunas de ellas se reunieron en la Biblioteca Pública de Tacna. Unas iban vestidas con palabras orales e impresas; otras traían la forma de recuerdos y sueños, lágrimas y sonrisas. En medio de tantos libros, aquellas historias reconstruyeron frente a todos los asistentes la figura del poeta, narrador, artista, mecenas, benefactor, amigo y hombre de familia, que veinte años atrás había partido de Tacna para adentrarse en su reino fantástico de Ancat.

Con motivo de conmemorar este tránsito hacia la inmortalidad y la relevancia de su obra, William González, editor de Cuadernos del Sur, y la Dirección Desconcentrada de Cultura convocaron a la familia, junto a diversos amigos de Guido Fernández de Córdova para testimoniar nuestro afecto, respeto y gratitud a este creador excepcional. Quien, llevado de la mano de sus padres, arribó un día a Tacna para crecer entre callejones rebosantes de granados y tiempo después enriquecer la ciudad, tanto económica como culturalmente, encendiendo una Lámpara en medio del desierto. 

En el ámbito cultural, muchos saben que fue literato, artista plástico, promotor y representante de la generación del 50, y que se acopló al movimiento poético del 70 junto a renombrados poetas como Segundo Cancino, contribuyendo con él para la publicación de la mítica revista Kilka. Publicó los libros Árbol de lluvia, Los ojos del girasol, Proyectos, Cuentería, El fabuloso reino de Ancat, Crónicas de Ancat, entre otros y las revistas Lámpara y Reino de Ancat. Su último poemario “Una onza de gongorismos / algunos pájaros” ganó el Premio Copé de Bronce de la X Bienal de Poesía Premio Copé 2001.  Pero lo que no todos conocen es su historia personal, el espíritu juguetón que siempre emergía cuando conversabas con él, su afecto por la música y la ciencia ficción, su enorme generosidad y calidez humana. Contribuyó en todas las causas sociales que se le propuso y dio generosos aportes para el surgimiento de las dos universidades más importantes de nuestra región: UNJBG y UPT. Aunque no siempre se haya retribuido a su generosidad de la forma como merecía, nunca albergó resentimientos en su corazón.

Entre testimonios, crónicas, poesía y anécdotas, no resultó casual que justamente este martes nos hayamos reunido para rememorar que Guido Fernández de Córdova (el rey Sadín) continuaba regalando libros de su biblioteca particular en los Martes UPT que organizó hasta el final de su vida. Todos nos miramos conmovidos al concluir esta velada, nos abrazamos y recibimos un ejemplar de “La yegua colorá”, revista literaria que en esta edición especial reafirma su compromiso de que el rey Sadín continúe habitando entre nosotros. Después de todo, a través del afecto, la gratitud y el arte podemos evitar que las personas pasen a nuestro lado y se desvanezcan con prontitud. Me alegra saber que todas las historias convocadas en homenaje a don Guido permanecerán en la memoria de los hombres y continuarán conformando la historia del mundo.

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