José Quiñones, el héroe honesto y valiente

Por: Angie Rajkovic

El 22 de abril conmemoramos los 110 años del natalicio del gran general del Aire del Perú, José Abelardo Quiñones Gonzales, una fecha para recordar al oficial que se inmoló a los 27 años en defensa de la patria durante el conflicto con el Ecuador.

Este episodio nos lleva a reflexionar sobre su valeroso legado escrito en las páginas de la historia como ejemplo de amor y compromiso con el país para las futuras generaciones.

Sus acciones desprendidas en cumplimiento de su lema ‘El aviador llegado el momento debe ir hasta el sacrificio’ muestra su profundo patriotismo y valentía porque con su ejemplo enseñó a ejercer un liderazgo moral dentro de la sociedad. Por ello, recordamos al hombre que supo enseñarnos que formamos parte de una Nación cuyos derechos son inalienables, sobre todo cuando nos referimos a la sagrada heredad territorial, que ha de defenderse incluso con el sacrificio de nuestras vidas.

Uno de los acontecimientos que marcó su personalidad fue cuando él, personalmente, solicitó ir al conflicto al mando de su avión North American NA-50. Desde entonces no hubo dudas del gran sentimiento de generosidad y heroísmo, dejándonos un claro ejemplo de integridad y entrega por su patria.

Hoy en día debemos admirar ese gesto de decisión, coraje, honestidad, libertad y valor que desde la inmortalidad trasluce el héroe, reclamando a los peruanos que defendamos a la patria y nuestra bandera para legar a nuestros hijos un país libre y digno que heredamos de nuestros antepasados.

Los peruanos, sin distingo alguno, reconocemos en Quiñones a la figura cumbre del Perú, al modelo de las más excelsas virtudes militares. Es tan añorada su imagen y tan gloriosa su vida que su nombre se evoca con respeto y veneración porque los corazones se conmueven ante el recuerdo de su hazaña heroica. Él, como buen norteño, ha dado a los chiclayanos un blasón y un motivo de legítimo orgullo.

El pedestal aéreo sobre el que descansa su efigie representa la actitud de liderazgo y avanzada que el Perú debe retomar en esta parte del continente. Este es un póstumo homenaje que la nación le tributa.

Que el sacrificio del capitán Quiñones sirva para mantener viva la llama de peruanidad en nuestros corazones, que nos mantenga unidos, para que nuestro país ocupe el verdadero sitial que le corresponde en el ámbito continental.

Recordar la vida de los grandes hombres que iluminaron nuestro pasado es una tarea importante y leal para continuar mejorando como peruanos. ¡Arriba, siempre arriba!

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