Ingeborg Bachmann

Por Fátima Carrasco

La poeta y narradora austríaca Ingeborg Bachmann nació el 25 de junio de 1926 en Klagenfurt, ciudad natal también de Robert Musil. “Hubo un momento determinado que destrozó mi infancia: la entrada de tropas alemanas en Klagenfurt”, afirmaba. En 1945 se trasladó a Viena y estudió Psicología, Filología Germánica y Filosofía. La obra de Heidegger fue el tema de su tesis doctoral. Se interesó por las teorías de los neopositivistas vieneses y por la obra de Wittgenstein, “El más importante de mis encuentros intelectuales”, de quien procedía uno de los elementos de su posterior obra: la insuficiencia del lenguaje para abordar lo espiritual.

Bachmann, poeta clave del idioma alemán, conoció en 1947 al poeta Paul Celan, con quien vivió en Viena durante meses. Después lo visitaría en París, donde terminaría la relación. Por voluntad expresa de Celan, la correspondencia de ese periodo entre ambos permanece inédita. Según los críticos, en los poemas de ambos hay una conexión sentimental, mucho más evidente en “Malina”, escrita por Bachmann tras el suicidio de Celan, en 1970, del que fue injustamente culpada. En dos anteriores intentos ella lo había disuadido. Su trabajo en una emisora de radio le proporcionó medios económicos, sociales para vincularse al Grupo 47, formado por Heinrich Boll, Peter Weiss, Hans-Werner Richter o Max Frisch. Ellos premiaron su obra “El tiempo postergado”, en 1953. Bachmann, que tenía un affaire con Frisch, fue considerada la gran promesa de la poesía alemana y fue portada de “Der Spiegel”. Pero le abrumaba ese rol protagonista, del que huyó mudándose a Roma. “Osa Mayor” fue su último libro de poemas, con él consideró agotada su voz poética.

En 1963 Seix Barral editó su libro de relatos “A los 30 años”, parcialmente censurado. “Malina” y “Tres senderos hacia el lago”, y los poemarios “El tiempo postergado” y “Últimos poemas” se publicaron a finales de los años 80 y durante los 90.

El conflicto de las relaciones de poder entre hombres y mujeres es tema principal de su prosa. Para los críticos, su complicada relación con Frisch —quien la utilizó en “Montauk”, obra autobiográfica de 1975— se plasmaba en el constante aniquilamiento de la mujer frente al hombre, presente en sus obras.

Tras su affaire con Frisch, Bachmann se hizo adicta a los tranquilizantes, tomaba hasta cien pastillas semanalmente.

A los 47 años se durmió con un cigarrillo mal apagado, causó un incendio. Tras semanas internada en un hospital, privada de sus habituales sedantes, Bachmann murió el 17 de octubre de 1973, en Roma.

Intentó cambiar el lenguaje, intrínsecamente masculino, y demostró que era posible escribir poesía después de Auschwitz.

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