Certezas trágicas

Por: Christian Capuñay Reátegui

REFLEXIONES

La tragedia en el centro comercial Real Plaza de Trujillo ha puesto nuevamente en el centro de la discusión la seguridad en espacios públicos, que en teoría no deberían representar ningún peligro para las personas.

Por desgracia, es un debate que con frecuencia se reedita, puesto que cada cierto tiempo vidas de ciudadanos se pierden en accidentes evitables si en el país no hubiera tanta informalidad y si las normas se cumplieran de forma estricta.

Y cada vez que ocurren estas tragedias surgen las frases de siempre: “nunca más”, “hay que investigar caiga quien caiga”, “duras sanciones para los responsables”, entre otras.

Pero no debemos autoengañarnos. Sabemos que por desgracia estos acontecimientos lamentablemente volverán a suceder. Y sabemos de igual manera que las responsabilidades se irán difuminando hasta desvanecerse del todo. Tal vez lo más triste no sea la tragedia en sí, sino nuestra certeza de que se repetirá.

Y lo sabemos porque ello ha ocurrido en casos todavía de mayor magnitud. El incendio de Mesa Redonda, en que perecieron más de 270 personas el 2021, causó un impacto grandísimo y la consigna de que nunca más debería ocurrir una tragedia similar. Sin embargo, no se aplicaron sanciones para los responsables ni se emprendieron correctivos estructurales que desterrarán la posibilidad de un evento similar. Veinticuatro años después, el riesgo de un incendio en esa misma zona se acrecienta en diciembre por la venta de pirotécnicos.

Se podrían citar varios acontecimientos que cobraron vidas humanas, algunos de ellos recientes. Sin embargo, el denominador común de todos es que pudieron evitarse si en el país se cumplieran las normas diseñadas justamente con el fin de garantizar la seguridad integral de todos. En palabras más directas, si en el Perú no cundiera la informalidad en casi todos los ámbitos, morirían menos personas.

Aunque esa última afirmación podría ser chocante, si analizamos la mayoría de los accidentes con consecuencias trágicas en nuestro país encontraremos que están vinculados a alguna norma o control que no se cumplió tal como lo dispone la ley.

En consecuencia, si realmente las autoridades quieren evitar más tragedias como la del centro comercial en Trujillo, tendrían que atacar la raíz del problema y reducir la informalidad que, de acuerdo con diversos estudios, está presente en cerca del 70% de las actividades económicas y productivas en el país.

Ese paso, junto a sanciones duras contra los responsables, tal vez reduzca la ocurrencia de tragedias y salve vidas de muchos peruanos. Solo con un cambio estructural real podremos evitar que las lamentaciones de hoy se repitan en el futuro.

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