Nuestro paso en esta canica azul

REFLEXIONES

Cada 22 de abril se celebra el Día de la Tierra, o de la canica azul, como se denominó a la fotografía tomada por la tripulación del Apolo 17 en 1972.
Sobre esta fecha puede existir cierta confusión debido a que si bien dicho nombre se acogió en 1970 en Estados Unidos, no fue sino hasta el 2009 que la Organización de las Naciones Unidas denominó a esta fecha como el Día Internacional de la Madre Tierra. Para muestra, véase el Calendario Ambiental 2025.
Pero, al margen de ello, resulta importante hablar en esta fecha sobre la importancia de esta gran canica azul, y con ello no me refiero a una visión antropocéntrica o ecocéntrica, ya que de ello se ha escrito a mares, o de la famosa Constitución Ecológica o Derecho de la Naturaleza, conceptos sobre los cuales considero estamos en pañales.
Con estas palabras quiero invitar a la reflexión sobre nuestro irrelevante rol en la preservación del Planeta. Sí, puede que para más de uno suene descabellado, pero es así. La Tierra ha estado presente desde mucho antes de la aparición del hombre, y créanme cuando les digo que estará mucho después de nuestro paso.
Nunca más atinado Fernando de Trazegnies cuando indicó que todo esfuerzo de conservación de la naturaleza (llamémosle, tierra) es, en el fondo, un esfuerzo de conservación del hombre mismo. Y es que ello es así, al margen de lo que se nos enseñó en las escuelas, respecto a que provenimos del Homo Sapiens, o que estamos por encima de otras especies, lo cierto es que seguimos siendo sencillamente eso, una especie más dentro de otras tantas.
En su obra “El futuro por decidir”, Christhiana Figueres y Tom Rivett- Carnac señalan que cada día que pasa es un día menos que tenemos para estabilizar nuestro planeta, que está camino a tornarse inhabitable para los humanos, algo con lo que concuerdo completamente; sin embargo, no estoy de acuerdo cuando describe a este (planeta), como uno cada vez más frágil.
Todo se reduce a qué tanto estamos dispuestos a comprometernos para hacer frente a los problemas que ponen en riesgo nuestra presencia en esta canica azul. Y, por favor, dejemos de llamarles problemas “ambientales”. Razón tenía Nicole Bernenx cuando señaló que ese tipo de etiquetas es una forma cómoda de cómo distanciarnos.
En resumidas cuentas, el hombre es esa especie que ha sido la protagonista del problema, pero que también puede ser parte de la solución. Finalmente, en el Día de la Tierra, como señala Andrew H. Knoll, en su obra “Breve historia de la Tierra”, si bien pasamos nuestras vidas atados por la gravedad de la Tierra, nuestro vínculo con esta (Tierra) va mucho más allá, y complementa resaltando cuán efímero, frágil y valioso es nuestro momento presente.