Cronista Polo de Ondegardo: Cuando se intentó «ordenar» el caos del colonialismo


Entre 1562 y 1571, el cronista y hombre de leyes español Polo de Ondegardo, nacido en Valladolid, se alza como figura central en la maquinaria del sistema colonial andino; redactó un reporte llamado “Notables daños de no guardar a los indios sus fueros”. Si bien dicho reporte tiene apariencia técnica, el texto nos muestra con crudeza el impacto de la colonización: tributos, reubicaciones forzadas y el colapso del mundo andino.
Ondegardo no era un mero espectador imparcial. Buscó siempre sus propios intereses, participó en la pacificación de Jaquijahuana junto a Pedro de la Gasca, lo cual les dio acceso a encomiendas. Luego fue corregidor del Cusco y después gobernador de Charcas, además de fundir plata en su propia residencia como Cieza de León lo dejó por escrito. Desde las entrañas del poder, fue parte del mecanismo que exprimía a los pueblos originarios.
Tras los conflictos entre conquistadores, la Corona española empujó una reorganización: se hizo una nueva repartición de encomiendas y se crearon las reducciones (pueblos artificiales que facilitaban el control social, evangelización y la recaudación de impuestos). Este reordenamiento pulverizó el sistema ancestral de ayllus y panakas. A esto se añadía la catástrofe demográfica: de los 7 a 8 millones de nativos en 1530, la población cayó hasta un 70 %, cincuenta años después, lo que ponía en riesgo la rentabilidad del sistema.
Ondegardo también echó una mano al virrey Toledo, cuyas reformas consolidaron la explotación de los indígenas. Argumentaba que el tributo no era una imposición reciente, sino una continuación del sistema incaico. Describía con detalle estructuras como las colcas (almacenes del estado), los trabajos forzados y los rituales, sin llegar a comprender su significado cultural. Declaraba que los incas no eran “señores naturales”, y justificaba la conquista como una “guerra justa” contra la opresión incaica de otros pueblos y la idolatría, amparándose en la bula «Inter Caetera», emitida por el papa Alejandro VI en 1493.
En sus informes, Ondegardo denunciaba los abusos del sistema de encomiendas, aunque no los condenaba; lo que le preocupaba era que estos excesos pusieran en peligro el dominio español. Por lo tanto, proponía ajustes para mantener el orden colonial, no para salvaguardar a los pueblos originarios, si para mantener la cantidad de tributarios.
Un suceso revelador fue su orden de remover la arena de la plaza del Cusco en busca de vestigios de sacrificios humanos. Si bien encontró ofrendas, no entendió su valor sagrado ni la función astronómica de las wakas. Su interpretación reducía a que estos elementos encontrados eran ofrendas a los demonios y era importante la búsqueda de simples objetos de valor para la fundición.
En resumen, los textos de Ondegardo dan cuenta de los intentos por racionalizar y perpetuar un sistema de expolio colonial. Aunque escritos desde una óptica eurocéntrica, son fuentes cruciales para comprender cómo se desmanteló el mundo andino en nombre de la civilización y el orden.