Fragmentación de la inversión pública

PERÚ COMPETITIVIDAD

A abril de 2025, la inversión pública acumulada ascendió a S/ 15,1 mil millones, lo que representa un crecimiento interanual de 13 %. Aunque el titular parece positivo, los indicadores de gestión revelan una tendencia preocupante: el sistema sigue privilegiando la proliferación de proyectos por encima de la continuidad en la ejecución efectiva y articulada.
Una de las señales más claras de esta fragmentación está en la velocidad con la que se incorporan nuevas iniciativas frente a la lentitud para asegurar la continuidad de proyectos ya en marcha. Entre enero y abril se han sumado 14 474 proyectos nuevos al presupuesto, lo que representa un salto de 139 % en apenas cuatro meses. Este dinamismo contrasta con el bajo nivel de reincorporación de proyectos “críticos”: aquellos que ya tenían ejecución financiera parcial en 2024 y que deberían haber continuado. De los más de 6 000 identificados a inicios de año, solo un tercio fue reincorporado. Es decir, por cada proyecto crítico que volvió al presupuesto, se añadieron casi siete nuevos.
Este desfase revela una lógica de expansión que prioriza el número por encima del avance. No se trata de negar la necesidad de nuevas intervenciones, pero sí de advertir que lanzar más proyectos sin resolver los cuellos de botella existentes agrava la saturación del sistema, diluye la capacidad técnica del Estado y aumenta el riesgo de obras inconclusas.
El problema no es necesariamente iniciar nuevos proyectos, sino hacerlo sin priorizar. Muchos de los proyectos críticos fuera del presupuesto ya tenían avances superiores al 30 %, lo que implica un costo hundido si no se retoman. Mientras tanto, nuevas iniciativas entran sin planificación articulada, sin estudios completos y sin conexión con objetivos de cierre de brechas.
La dispersión del esfuerzo público se refleja, además, en la forma en que se distribuye el presupuesto: demasiadas iniciativas pequeñas, sin impacto claro, y sin una planificación territorial coherente. A esto se suma un dato alarmante: más del 54 % de los proyectos con presupuesto asignado en 2025 no ha ejecutado ni un sol. Es decir, más de la mitad de la inversión está paralizada en el papel. Esta situación no solo compromete resultados, sino que convierte al presupuesto en una promesa sin concreción.
Se requiere con urgencia una política de racionalización del portafolio de inversión. Esto implica priorizar y articular con los planes multianuales y asignar recursos asegurando la continuidad de las inversiones. No se trata solo de ejecutar más, sino de hacerlo mejor. Por ello, desde el CPC se insiste en diseñar una metodología para la habilitación de recursos para proyectos de inversión durante el transcurso del año fiscal. La propuesta consiste en desarrollar una metodología que permita identificar criterios objetivos para la selección y priorización de proyectos, garantizando la continuidad de los proyectos. Esto limitaría que se amplíe la cartera de proyectos manejados por las entidades subnacionales, permitiendo que se concentren en la gestión de los que ya se encuentran en cartera.
A la fecha, ya se han tomado algunas medidas en esta línea. La Resolución Directoral N° 0001-2025-EF/63.01 introduce criterios para priorizar inversiones con enfoque en el cierre de brechas, asignando hasta S/ 4 000 millones a gobiernos locales. Por su parte, el Decreto Supremo N° 020-2025-EF prioriza recursos para proyectos en ejecución sobre nuevos proyectos y faculta a la Dirección General de Programación Multianual de Inversiones (DGPMI) a evaluar previamente la incorporación de nuevas inversiones.
El dato del crecimiento interanual es importante, pero no debe nublar el análisis. En la práctica, seguimos con una inversión pública fragmentada, con baja capacidad de continuidad y con una débil gestión por resultados. Mientras no se revierta esta lógica de dispersión, será difícil transformar el gasto público en soluciones reales para la ciudadanía.