Una ropa y unos zapatos

RERUM NOVARUM

“El hijo de un rey se rebeló contra su padre y fue desterrado. Pasado un tiempo el rey se apiadó de su hijo y mandó por él. Tras una larga búsqueda fue hallado por uno de los mensajeros, muy lejos de su patria. Estaba en la posada de una aldea, vestido con una camisa harapienta y danzando descalzo en medio de los campesinos borrachos. El cortesano le saludó y le dijo: Tu padre me ha enviado a preguntarte qué es lo que deseas. Cualquier cosa que anheles, está dispuesto a concedértela. El príncipe comenzó a llorar. ¡Ay!, exclamó. ¡Si tan sólo pudiera tener algo de ropa abrigada y un par de fuertes zapatos!”.
Así es, agregó Rabí Búnam, cómo nosotros nos lamentamos por las pequeñas necesidades de cada hora y olvidamos que la divina Presencia está en el exilio.” (Búnam, 2025)
Siempre cambiando de constituciones como si fuera ropa y zapatos. La constitución del 79 era muy humana, con fundamento para poder defenderla y dar leyes sólidas, que busquen el bien común. Ahora tenemos una nueva constitución que, si bien se han hechos grandes avances en los negocios, acuerdos, contratos, inversiones, no ha resuelto el problema de la pobreza, la ignorancia, la enfermedad y esta corrupción actual.
Hoy vemos las elecciones como la puerta de salida de estos grandes problemas que deberían unirnos para enfrentarlos juntos, pero vemos como el modelo y la propuesta de las elecciones se prestan a darse alianzas para llegar al poder y luego dar espacio para los arreglos y contubernios, que tarde o temprano terminan de hacer tristemente célebres aquellos que piensan que la verdad no saldrá a luz nunca.
La actual constitución no tiene fundamento como la de 1979, que poseía un verdadero preámbulo, fundamento. La vigente, 1993, no tiene base; se encuentra solamente un Dios nos ayude. En ella dice sobre los partidos y las alianzas lo siguiente:
“Artículo 35. Los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a través de organizaciones políticas como partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales organizaciones concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular…”
Esas palabras, junto a leyes y modelos electorales, han desembocado en esta realidad de tener unos treinta o cuarenta partidos. En ellos existen varias clases de partidos, unos son lamentablemente organizaciones criminales, que falsifican firmas a diestra y siniestra. Otros, son unas máquinas electorales que surgen de acuerdo al momento, donde se debe recuperar la inversión inicial y obtener utilidades. Además, se dan en el fondo uno que otro partido político, pero que tienen legalidad con poca o escaza vida partidaria. En resumen, el panorama electoral es sombrío, para otros un caos.
Unos dicen al final que se votará por tal o cual personaje. Se confunde una vida empresarial o una trayectoria en la sociedad o farándula, y así… es un largo etcétera. Pero en el fondo, se quiere suplir una trayectoria de generosidad, honradez, eficiencia y eficacia, llegando a acuerdos con partidos, no interesa si son verdaderos o no, solo se necesitan para llegar al triunfo.
Recordemos que la política es un servicio a la comunidad y ser político es servir, no servirse de los demás. Hay que ver bien, tenemos que involucrarnos y ser responsables, al elegir. Sino siempre buscaremos ropa y zapatos…