«El arte desde su potencia simbólica, no borra el pasado, pero sí puede crear un espacio para la reparación.»

Mariella Kampoy y su viaje gráfico por la memoria andina
Por: Daniela Santander Revilla
Este mes, el Centro Cultural UNSA abre sus puertas a ORCORARA, una propuesta visual que dialoga con la historia, los sueños y las resistencias. La artista Mariella Kampoy nos guía por esta novela gráfica, donde se cruzan tiempos, memorias y voces marginadas, una mujer del siglo XIX, un cronista indígena del XVI, y un dibujo cosmogónico andino que renace como símbolo de poder.Estudió Pintura y Docencia en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima, pero encontró su verdadera pasión en la ilustración. Hoy, su obra recorre el Hanan Pacha, el Kay Pacha y el Uku Pacha, rescatando del olvido una narrativa ancestral.

¿Qué te inspiró a reinterpretar la crónica de Santa Cruz Pachacuti desde una perspectiva gráfica y onírica?
Participé en el Segundo Concurso Nacional de Narrativa Gráfica, organizado por la Casa de la Literatura Peruana y la Alianza Francesa. Elegí uno de los temas propuestos por el concurso para realizar una adaptación: La Relación de antigüedades deste reyno del Perú. Este acercamiento a la crónica me permitió conocer más de cerca la figura de Juan Santa Cruz Pachacuti Yamqui, un personaje históricamente criticado por no defender abiertamente las creencias religiosas de sus ancestros. Sin embargo, durante el proceso de adaptación y también gracias a ciertas interpretaciones como la de la investigadora Verónica Salles-Reese ,quien sugiere que Pachacuti fue inducido por el extirpador de idolatrías Francisco de Ávila a escribir la crónica como una forma de reafirmación de su fe cristiana, entendí que su obra encierra una estrategia más compleja.Fue precisamente ese dibujo el que me inspiró profundamente. Desde mi mirada artística, encontré en él un puente entre lo gráfico y lo espiritual, entre la memoria y la reinterpretación.
¿Cómo fue el proceso de investigación histórica y simbólica para construir este universo cosmogónico?
Recuerdo que, durante ese proceso de documentación, encontré el estudio de Pierre Duviols en Saberes y memorias en los Andes de Thierry Saignes, y a partir de entonces comencé a mirar de otro modo las tres dimensiones del mundo andino. No me acerco a esta narrativa como historiadora porque no lo soy, sino desde la necesidad de encontrar una historia o reinterpretarla. Reflexioné sobre las correcciones impuestas por Francisco de Ávila, que se perciben claramente en la crónica, y eso me llevó a idealizar a Pachacuti, imaginándolo como alguien que, con astucia, escondió ese dibujo cosmogónico dentro de su obra, dejándolo ahí como un mensaje en una botella, para que algún día llegara al futuro. En mi propuesta, ese mensaje lo recibe una mujer del siglo XIX, en sueños. Una mujer anónima, marcada por el contexto de la posguerra.
¿Por qué elegiste el formato de novela gráfica para contar esta historia? ¿Qué posibilidades expresivas te brindó el dibujo?
El formato de novela gráfica fue propuesto por el concurso de narrativa gráfica en el que participé. Sin embargo, yo decidí abordarlo con un diseño aún más libre y experimental. Me interesaba ir más allá de la estructura tradicional, explorando un lenguaje visual que no dependiera siempre del texto.
¿Qué lugar ocupa la memoria en esta obra? ¿Crees que el arte pueda reparar u ofrece justicia simbólica a los olvidados de la historia?
En esta obra, la memoria ocupa un lugar central. Juan Santa Cruz Pachacuti le envía mensajes a Sara en sueños, una mujer del siglo XIX que asiste como figura anónima a las veladas literarias y vive en el contexto posterior de la Guerra del Pacífico. La invita a recorrer las tres dimensiones del mundo andino (Hanan Pacha, Kay Pacha y Uku Pacha); la llama a despertar. Creo que el arte, desde su potencia simbólica, no borra el pasado, pero sí puede crear un espacio para la reparación.


¿Cómo definirías tu estilo artístico o tu búsqueda visual?
Mi búsqueda visual está en constante transformación; es más una actitud de exploración que una estética fija. Cada proyecto trae consigo su propia experiencia y, con ella, una forma distinta de narrar.
Es sorprendente como la memoria andina, retoma el protagonismo en nuevos artistas, cada uno interpretandola de distinta manera, lo que convierte algo que nos une a todos como peruanos en algo único e irrepetible. Arequipa recibe con los brazos abiertos esta exposición en el Centro Cultural Unsa, Santa Catalina 101, la entrada es gratuita.