¿Quién mandó hacer el diablo de la Catedral?

Por Carlos Meneses Cornejo
Es la única imagen del demonio que hay en una iglesia del mundo.
LOS AREQUIPEÑOS QUE YO CONOCÍ

En la monumental obra del Diccionario biográfico de Arequipa, de Dante Zegarra López, se afirma que Francisca Javiera Lizárraga es una benefactora de Arequipa, ella nació aquí y murió el 26 de agosto de 1867, se casó con Manuel Álvarez Comparet el 31 de octubre de 1835, siendo sus padrinos Juan Mariano de Goyeneche y Barreda y su esposa María Santos Gamio. Su cónyuge fue alcalde de Arequipa en 1860, 1862 y 1863, año en que ella muere. Su albacea Mariano Lorenzo Bedoya recibió el encargo de mandar hacer un púlpito para la Catedral y para tal efecto dejó una casa para que se pudiera vender.
El púlpito costó 8 mil soles y fue una idea de Francisca Javiera imaginar al diablo como un ángel en desgracia que se pondría en la Basílica Catedral.
Javiera Lizárraga encargó a Juan Mariano Goyeneche y Gamio, quien era ministro plenipotenciario de Perú en Francia, que buscara los talleres de Buisine Rigot, expertos en tallar madera y que tenían su establecimiento en la ciudad de Lille (Francia), ubicada en la región de Francia Alta, cerca de la frontera con Bélgica y que trabajó el diablo en madera encina, un tipo de madera que ha desaparecido.

La casa que dejó doña Javiera fue vendida a un costo de 25 mil francos aproximadamente 8 mil soles de ese tiempo y cuando fue terminado ya el Perú estaba en guerra con Chile en 1879. El 16 de diciembre de ese año una decena de artesanos arequipeños interpretaron los croquis y planos para ensamblar las doce partes del púlpito que incluye a los cuatro apóstoles evangelistas y varios ángeles regordetes.
Al unir las piezas se dieron cuenta que la base de madera del diablo no había llegado y lo montaron sobre sillares, cuando ya estaba terminado, aparece el embarque que no arribó originalmente y se retiraron los sillares para poner la base de madera terminada por los franceses.
Dámaso de Romaña fue el encargado de armar el diablo en 1880, Francisca Javiera Lizárraga quiso que el diablo que se había rebelado contra Dios tuviese encima a los 4 evangelistas hasta el fin de la tierra. La Catedral de Arequipa es la única que tiene un diablo dentro del recinto.
Es una belleza como escultura religiosa, pero hubo un peruano y arequipeño por añadidura, Pablo Calle, que tomando como modelo lo que hicieron los franceses hizo otro diablo en madera de cedro y lo completó en años de trabajo, exactamente igual al original y que por muchos años se exhibió en el taller que este artesano tenía en la tercera cuadra de la calle Mercaderes.
Después el artesano recibió una invitación de los frailes recoletos, pero estos al ver que se trataba de la figura del demonio desistieron de comprarle al diablo. Calle era un experto en imágenes religiosas, sus tallados están presentes en el Santo Sepulcro de Santo Domingo, de Yanahuara, y en otros altares como testimonio de su habilidad manual.

Ese segundo diablo permanece en poder de los herederos de Calle, en algún lugar de la ciudad, que estamos tratando de encontrar.
El diablo de la Catedral de Arequipa es definitivamente la única imagen del demonio que hay en una iglesia del mundo y fue financiado por esta mujer que tuvo la idea de castigar la afrenta del ángel caído que se atrevió a rebelarse contra Dios.
Se calcula que fueron 16 los artesanos arequipeños los que trabajaron para interpretar los diseños de la estructura del púlpito de la Catedral, desde el piso hasta el más alto nivel donde han hablado sacerdotes brillantes en los sermones de las tres horas del Viernes Santo y siempre fueron duros en el decir. Nunca a nadie se le ha ocurrido proponer el retiro de ese púlpito que ahora y por normas religiosas ya no se usa como antes.