“Los Incas hacían sacrificios en las montañas para controlar el clima en tiempos difíciles”
Por Jorge Turpo Rivas
Johan Reinhard, el descubridor de “Juanita”, fue reconocido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Santa María. Una trayectoria cargada de aventura, ciencia y conservación del patrimonio.
LA LLUVIA O SEQUÍA SIEMPRE FUE UNA PREOCUPACIÓN
En estos días, ante la presencia del Fenómeno El Niño, hablamos de presupuestos para la prevención y estamos atentos a las señales del clima que divulgan los expertos. En tiempo de los Incas, la escasez o abundancia de lluvias también era una preocupación, pero ellos acudían a los sacrificios humanos –según su creencia– para apaciguar la ira de sus divinidades: los apus.
Johan Reinhard, el descubridor del cuerpo congelado de “Juanita”, sostiene que la intención de las Capacocha (ceremonia de ofrendas humanas en los volcanes y montañas) se hacían cuando había grandes sequías, erupciones volcánicas e inundaciones.”
“Lo que creían era que sus dioses, a través de las montañas, controlaban la fertilidad del campo, las lluvias, el agua y todo el clima. Para ellos las montañas son sagradas. Los Incas hacían sacrificios en las montañas para controlar el clima en tiempos difíciles”, explica Reinhard.
Según diferentes investigaciones, los Incas conocían bastante bien el Fenómeno El Niño que está relacionado con las corrientes marinas y genera sequías en el sur e inundaciones en el norte.
Y Juanita, “la niña del Ampato”, fue parte de esos sacrificios que hacían los Incas para calmar la ira de sus dioses. Una hipótesis de los investigadores es que Juanita fue ofrecida al Ampato por la erupción de su vecino el Sabancaya que hasta hoy sigue activo.
Con el hallazgo de Juanita en tan buen estado de conservación por el hielo del Ampato, se pudo conocer mucho de la cultura incaica y de las Capacocha.
“Juanita todavía tiene mucho qué decirnos, sobre todo, con el uso de la tecnología. Sus órganos internos permanecen prácticamente intactos y poder estudiarlos nos brindará información valiosa”, comenta Reinhard.
RECONOCIMIENTO
La trayectoria académica y científica de Johan Reinhard, arqueólogo norteamericano, fue reconocida ayer con el grado de Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica de Santa María.
Próximo a cumplir ochenta años, Reinhard contó que su primer contacto con esta universidad arequipeña se dio hace cuatro décadas y siempre estuvo marcado por su interés en los santuarios andinos.
“El primer volcán que ascendí fue el Misti, pero luego hicimos descubrimientos en el Pichu Pichu, el Sara Sara y por supuesto en el Ampato, con Juanita, ella cambió mi vida”, recordó.
Hay dos logros que todo arqueólogo busca en la vida, destaca Reinhard: encontrar algo especial que cambie un poco la visión del mundo y el otro es revelar teorías nuevas, por ejemplo: entender por qué realmente los Incas hacían esas ofrendas humanas en sus montañas.
“Uno tiene que amar la arqueología, no es una carrera donde te pagan un sueldo alto, es más por la pasión, somos como detectives que siempre estamos detrás de la evidencia y explicar cómo era la vida en otro tiempo. Yo me hice arqueólogo porque quería entender la humanidad y quería conocer otras culturas”, comentó.
El rector de la UCSM, Alberto Briceño, fue el encargado de entregarle el reconocimiento y destacó el aporte de Reinhard, no sólo en la investigación científica, sino en su interés por la conservación de nuestro patrimonio cultural y arqueológico.
En la ceremonia realizada ayer en el auditorio William Morris, también se reconoció como Profesoras Honorarias a las doctoras de la Universidad de Varsovia Dagmara Socha y Dominika Sieczkowska.
Ambas estuvieron directamente involucradas en la investigación que terminó revelando al mundo el rostro reconstruido de Juanita 500 años después.