Héctor Zuzunaga Meneses: servicio a la ciudad y principio de autoridad

Por Jorge Turpo Rivas

El exalcalde y exprefecto de Arequipa, Héctor Zuzunaga Meneses, a sus 95 años, recuerda aquel tiempo en que llegar a un cargo público era para servir y hacer cumplir la ley. “No se cobraba un centavo y se trabajaba bastante. Ahora no trabajan y quieren cobrar un montón”.

El principio de autoridad en Arequipa es sólo un buen recuerdo. Basta observar las avenidas con tránsito caótico y las calles invadidas de comerciantes para darse cuenta del descontrol que nos gobierna. Pero hubo un tiempo en que las autoridades sí buscaban que se imponga el orden y el respeto en la ciudad. De esa época es Héctor Zuzunaga Meneses, exalcade provincial y exprefecto de Arequipa.

“No se cobraba un centavo y se trabajaba bastante. Ahora no trabajan y quieren cobrar un montón”, me dice esta mañana de noviembre a sus 95 años de edad.

Zuzunaga Meneses fue alcalde cuando el cargo era ad honoren, a fines de la década de 1970, en el gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez.

“Soy militarista, pero por los amigos uniformados que tuve”, me dice cómodamente sentado en su casa en Cayma. Es una autoridad civil en situación de retiro.

Fue fundador y presidente de la Asociación Pro Marina.

–¿Usted quiso ser militar? –. Le pregunto.

–No, me hice amigo de los militares porque mi hermano fue contralmirante. Ahí conocí muchos uniformados y después me apoyaron mucho en los cargos que ejercí –responde.

Cuando fue alcalde del distrito de Mejía, en Islay, recuerda que un general de la Fuerza Aérea, de apellido Gillardi, le apoyó en la remodelación de las plazas del balneario. Desde ahí siempre tuvo una cercanía con los militares para las gestiones que hacía.

–Yo siempre conseguía todo de los militares, pero para servir a la ciudad, a eso me refiero–, aclara Zuzunaga Meneses.

Su hijo Andrés, presente en la conversación, sonríe y afirma con la cabeza.

–¿Cuándo tu papá ejercía un cargo, ustedes le decían algo como: papá mejor no te metas? –Le pregunto a Andrés.

–No, para nada, él ejercía la autoridad dentro y fuera de casa. Tomaba sus decisiones y nosotros no opinábamos sobre eso, él era muy seguro en lo que hacía.

Andrés es el mayor de los tres hijos de don Héctor. Le siguen Pablo y María Gracia. Recuerda que cuando su papá fue alcalde, un día almorzaron con Julio Iglesias. El cantante español había llegado por primera vez a la ciudad y aceptó la invitación del alcalde a compartir un almuerzo.

–Almorzamos con él en el Club Arequipa. Fue antes de su concierto –, recuerda Andrés.

Don Héctor Zuzunaga, junto a su primero Carlos Meneses, reconocido periodista.

PREFECTO

En la década de 1990, en el gobierno de Alberto Fujimori, Héctor Zuzunaga Meneses aceptó ser Prefecto de Arequipa, el máximo representante del Ejecutivo en la ciudad.

Desde ese cargo también fue un articulador entre las autoridades para conseguir proyectos a favor de la ciudad.

Eran tiempos complicados porque la dictadura fujimorista tenía en cada región a representantes que ejercían el poder real y el poder en la sombra. En el caso de Arequipa, el general (r) EP, Abraham Cano Angulo, excomandante de lo que fue la Tercera Región Militar, tenía el poder.

Zuzunaga Meneses nunca se puso a las órdenes de Cano y eso le costó el cargo. Hace unos años recordó que Cano Angulo lo llamó una madrugada para darle una orden y Zuzunaga Meneses le dijo que eran horas inapropiadas y que él no recibía órdenes de un general porque era una autoridad civil. Ahí se acabó su paso por la Prefectura.

“Eran otros tiempos, no entraban en vainas, sacaban al que no le gustaba”, me dice.

De sus días como Prefecto ahora prefiere recordar una travesura que le hizo al subprefecto Fernando Corzo. Como las casonas de ambas instituciones son vecinas en la calle San Francisco, había una puerta interior por donde el subprefecto podía ingresar a la prefectura.

–Un día le puse un candado y Corzito ya no pudo entrar por ahí y me dijo: eres un desgraciado, ahora tengo que darme la vuelta por la calle. Es para que hagas ejercicio, le dije–, cuenta sonriente.

También recuerda su relación con el exalcalde Luis Cáceres Velásquez. “Era bien fregado, pero trabajaba bien, yo le decía, en broma, tú no eres arequipeño, así nos molestábamos”, recuerda.

Fue Zuzunaga Meneses quien le puso el apodo de “Burro blanco” a Cáceres Velásquez. Y él le respondió diciéndole “Pavo inflado”. Aunque a don Héctor ya le decían “El pato Zuzunaga”.

Don Héctor fue funcionario de la empresa Gloria. Se desempeñó como jefe de planta y recorría varios pueblos y ciudades del sur para inspeccionar las plantas de acopio y enfriamiento de la leche.

–¿Qué le motivó aceptar los cargos públicos que le proponían? –Le pregunto.

–Servir a Arequipa, porque ya estaba jubilado, ya no tenía otro encargo, me dediqué a hacer algo por mi ciudad.

Exalcalde y exprefecto de Arequipa con su esposa, Ruth Luna.

HOMENAJE

Hoy, al mediodía, Andrés volverá junto a su padre al Club Arequipa, pero no para almorzar con una estrella del canto, sino para que don Héctor reciba un homenaje de Pro Marina, una institución que él fundó y presidió.

Desde Pro Marina siempre se impulsaron labores de apoyo a la ciudad y para la recuperación de los valores.

Don Héctor, por ejemplo, impulsó que los bustos a los Héroes Navales que estaban colocados en la berma central de la avenida La Marina, sean trasladados al parque del costado del puente Grau para dejen de ser vejados, pintarrajeados y maltratados.

Hoy, al mediodía, don Héctor Zuzunaga Meneses, será la estrella.

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