Por: Mg. Jorge Roberto De Luise Saurré

Actualmente, millones de estudiantes han retornado a clases presenciales, con dudas, estrés, preocupación e incertidumbre. La pandemia ha dejado una huella profunda en la autoestima, la seguridad y las relaciones socioemocionales de los estudiantes, una huella que, si hoy no la abordamos adecuadamente, los dañará de modo irreversible.

En este sentido, es urgente implementar un plan de rescate de buenas relaciones sociales, basado principalmente en recuperar emocionalmente a los niños, niñas y adolescentes, convertir los espacios presenciales en espacios de encuentro personal y social que ayuden a los estudiantes a recuperar la confianza en sí mismos y en los demás. Este espacio tiene que ver con procurar las condiciones para una convivencia en paz, basada en el bienestar de las personas y de la comunidad, que se construya día a día de manera dinámica, flexible y respetuosa.

La COVID-19 ha afectado a toda la comunidad educativa, por ello las políticas institucionales sobre clima escolar y convivencia deben aplicarse a todos los actores involucrados utilizando de manera adecuada estrategias de contención emocional que fortalezcan a las personas y sean la base para el logro de las competencias de cada nivel y grado académico.

La convivencia cumple un papel preponderante en esta tarea, por ello desde la AECE proponemos diversos espacios de apoyo en los que se puedan compartir las vivencias durante este tiempo de pandemia y, a través de la reflexión, encontrar salidas para sanar heridas y reinventarse física y emocionalmente. Nuestro público principal son los estudiantes, pero sabemos que también es importante trabajar con los docentes porque no hay clase que pueda desarrollarse bien si los profesores no tienen competencias socioemocionales.

De este modo, ellos pueden ofrecer a los estudiantes un acompañamiento sustentado en la afectividad y contención emocional, mediante la escucha activa, la acogida fraterna, el acompañamiento y monitoreo académico.

La convivencia escolar es la clave para la recuperación emocional de los actores de la comunidad educativa, esta propicia un clima sano, seguro, de confianza, fortaleciendo los aprendizajes. De esta manera, rápidamente recuperaremos los niveles académicos deseados en cada una de las instituciones educativas.

En esta enorme tarea que debemos asumir con compromiso, estamos involucrados todos y todas, esperemos que la clase política vea en esta crisis educativa una oportunidad para revisar y mejorar la forma de enseñar en los colegios y que por fin se valoren las iniciativas sociales que apoyan una educación integral y no solo académica.