El arte es la forma más sutil de hacer política
Por: Aydee Torres – Maestría de Artes, UNSA

A Jerónimo Gonzales Haquewa casi todo el mundo lo conoce como Jero Gonzales; nacido en Urcos, Quispicanchis, Cusco, en 1982. Se dedica a la fotografía como oficio, como filosofía de vida, como modo de expresión y como medio de subsistencia. Su obra ha trascendido los círculos cusqueños.

P. ¿Podrías comentarnos sobre tu obra?

Cuando inicié mi carrera fotográfica, como la mayoría, pasé una etapa de descubrimiento, de indagación personal.

Antes de dedicarme a la fotografía, al salir del colegio no sabía qué estudiar, lo único claro que tenía era que quería conocer lugares y personas. Y así voy introduciéndome en la labor de la fotografía, voy aprendiendo técnicas de construir la imagen, descubriendo un modo de expresión que puede ayudarnos de alguna manera a salvaguardar el patrimonio cultural, el legado histórico, el legado ancestral que tenemos.

Mi trabajo fotográfico tiene dos ejes, uno es el paisaje, la topografía andina. Que no suene soberbio esto, pero voy construyendo una nueva topografía andina, un espacio andino en el que vivimos, a través de distintos proyectos relacionados con el paisaje andino. El otro eje temático que tengo es la nueva etnografía andina, donde desarrollo distintos proyectos relacionados con las personas, su forma de entender el mundo y la manera de situarse dentro del espacio en que les ha tocado vivir.

Lo que tienen en común estos dos ejes es el idioma quechua, el idioma siempre está presente tanto en mis proyectos topográficos como en mis proyectos etnográficos. El quechua es ese hilo que va uniendo estos dos proyectos. En algunos momentos tiene más preponderancia que en otros, pero el quechua siempre está ahí.

P. ¿Cuál es la relación entre tu arte y nuestra sociedad?

En mis proyectos fotográficos pienso en el propósito de las imágenes, si las imágenes que voy desarrollando sirven para algo. Es una pregunta constante. Si una obra artística no sirve para hacer reflexionar sobre alguna problemática social, no sirve. No solo valorar conocimientos ancestrales, sino también cuestionarnos. La imagen no es simplemente algo decorativo. Por lo menos esta imagen propongo que diga algo a quien la mira, al espectador.

P. ¿Te interesa la crisis actual?

En 2021, justamente en tiempos bien difíciles, nuestro país estaba dividido en dos: Keiko y Castillo; eran la sierra y la costa, era izquierda o derecha, era los pobres o los ricos. Estaba partido nuestro país como ahora, y recuerdo que me invitaron a la galería “Forum”. Yo era parte del proyecto Hacia el Bicentenario, y en ese contexto político lo que hice fue una obra fotográfica y performática. De niño alguna vez me había enemistado con algún amigo; mis abuelos tenían una solución para eso, que se llama “rimanacuy”: encontrarnos en nuestras voces, volver a hablarnos. Entonces lo que yo hice en esta obra fue ir a una cantera y buscar piedras en forma de rostros para poder confrontarlos; en ese momento propuse que encaremos la situación, pongámosle rostro, pongámosle voz a nuestras necesidades, pongámosle una mirada a nuestros propósitos y sobre todo no seamos estas piedras rencorosas, endurecidas, sino démosle una oportunidad al conversar. Creo que la única forma de resolver los conflictos que el ser humano hasta ahora ha creado, es conversar, comunicarse. Creo en una sana conversación sin insultos en la que uno tenga voluntad de escuchar al otro. Tampoco se va resolver todo solo hablando, pero hay que empezar por ahí. Bajar el tono, la dureza.

P. ¿Tu propuesta tiene algún sustento teórico ideológico?

Siento que en mi caso concreto, lo que hago es ser como una esponja, absorber lo bueno de todo, no ser tan fundamentalista, digamos. Yo respeto bastante la ideología, la religión, la postura política de los amigos que tengo, pero me gusta coger de todo lo bueno, y de lo bueno un poco, sin cerrarme.

Por eso es que yo amablemente siempre considero los espacios que me han aportado, como son mis tierras: Urcos es mi primera tierra, donde he nacido. Mi segunda tierra que me ha acogido es Ocongate, mi tercera tierra es Barranco, los años que he estudiado en Lima me han acogido bien bonito. Mi cuarta tierra es Andahuaylillas, me ha acogido con sus energías; mi quinta tierra ahora es Cusipata, que me ha acogido también con sus sabidurías. Y así los distintos lugares donde voy viviendo.

P. ¿Cómo quisieras que fuera el público que ve tus obras?

Cuando inicié mi carrera fotográfica yo no sabía que las fotografías podían llegar a distintos espacios, en distintas plataformas: galerías, revistas, website y todo eso.

He ido viendo que de alguna manera mi trabajo ha comenzado a tener acogida en distintos espacios, distintos medios y también distintas condiciones. Por ejemplo, se expone en galerías pero también hace poco estuve exponiendo en una comunidad campesina.

Estoy convencido de que el arte es la forma más sutil de hacer política; y creo que algunos no entienden el riesgo, pero es mejor así, porque si no los artistas comenzarían a ser perseguidos de repente. Cuando he empezado a proponer temas sociales varias personas me han comenzado a escribir; por ejemplo se expuso fotos de dos señoras que se reían, entonces me escribió una escritora de un movimiento feminista, que estaba interesada en adquirir la obra y que también quería conversar conmigo y conocer el contexto y todo eso. De alguna manera una imagen también viaja, inspirando al empoderamiento de la mujer, su importancia, su valor. Ese es el aspecto político y el aspecto crítico.

En Cusco no tenemos críticos, todavía no tenemos especialistas que critican una muestra; sería importante tenerlos ¿no? Pero en Lima al menos he comenzado a tener críticas; son generosos algunos críticos y otros no, eso también ayuda, que recibas una crítica buena o mala está bien, peor es no recibirla.

P. ¿De qué manera crees que contribuye tu obra con tu región?

Es la pregunta del día: ¿cómo puedo construir algo a partir de algo? Me gustaría hablar de un tema específico, entonces busco estrategias para desarrollar visualmente una reflexión, cómo generar memoria, cómo generar intriga, cómo generar respeto. Siempre me pongo a pensar, y mientras investigo un tema busco esas estrategias para construir un discurso visual frente a una problemática.

Durante los últimos años he tenido más preocupaciones sociales, frente a problemáticas como la identidad, la cultura popular y todo eso; por eso últimamente uno no puede construir una obra artística concreta; pero, por ejemplo, si no puedo construir imágenes lo que hago es desarrollar talleres de educación visual en comunidades, para tocar temas. O sea, al final, crear obra conjunta con niños y todo eso.

P. ¿A eso se le puede llamar obra?

Sí, estoy convencido de que el artista no es el único que tiene que crear la obra. Duchamp nos decía eso, yo le entendí que no necesariamente tú tienes que crear la obra, pero si intervienes y ayudas a que otros la creen, a eso también le puedes llamar obra; lo cual está bonito ¿no?

P. ¿Te interesa el futuro de tus obras?

Bueno, sí, bastante. Creo que por eso le pongo empeño, me gustaría que me recuerden por algo, por haber contribuido con algo. Creo que las cosas bonitas, las cosas buenas son hechas con amor y cuando uno le pone amor de alguna manera le pones tus sueños, esos sueños de que ojalá esto sirva para algo en el tiempo y valgan la pena mis esfuerzos ¿no?

Bueno, hay que hacerle caso al instinto, nunca falla. Uno tiene que hacer las cosas así sea con miedo y todo, de repente las dificultades son semillas que nos ayudan a construir.

Estoy agradecido con el arte y con la fotografía porque de alguna manera es uno de los oficios y formas de vida que ayudan a gestionar la escasez; a mí me ayuda bastante porque tengo que pensar en estrategias, cómo hago esto. Uno no siempre lo tiene todo resuelto, no tiene los medios económicos, pero justamente eso te enseña a buscar estrategias, tienes que hacer algo para financiar, tienes que pensar en muchas cosas y esto te mantiene activo y eso hace que cada día te despiertes alegre y optimista.

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