Innovación a más de 4,000 metros de altura
Por: Ricardo Montero

A unas cuatro horas al sur de la ciudad del Cusco se encuentra el puente Q’eswachaka, construido por los incas para unir las laderas de dos portentosas montañas de los Andes y atravesar el caudaloso río Apurímac.

La plataforma, de unos 30 metros de longitud, es sostenida con lianas fabricadas con ichu y otros vegetales que crecen a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar.

No obstante que han transcurrido más de cinco siglos de su tendido, el puente sigue en pie. Es la única vía para llegar a comunidades campesinas que habitan las tierras más altas del departamento del Cusco. Su consistencia radica en el ichu, planta usada en la fabricación de sogas y, por sus propiedades térmicas e impermeables, en la construcción de viviendas.

Estas cualidades llevaron a un equipo de jóvenes investigadores que trabajan en Puno a experimentar con el ichu. Lo usaron como materia prima en la fabricación de paneles térmicos, capaces de mejorar el aislamiento de viviendas ante las heladas.

Pero esta planta posee un atributo adicional: es altamente resistente a la radiación ultravioleta (UV), muy elevada en el distrito de Corani (Puno), a más de 4,000 metros sobre el nivel del mar, sede del Centro de Innovación Tecnológica de Corani (CTIC), financiado por la multinacional Bear Creek Mining Corporation. Se calcula que la radiación UV aumenta entre un 10% y un 12% por cada 1,000 metros de altitud.

Los investigadores del CTIC han tomado esta particularidad del ichu como una oportunidad para trabajar productos de protección contra los rayos solares y la radiación UV, que incluye la posibilidad de usarlo para elaborar trajes espaciales.

En el centro de innovación están experimentando con una tela obtenida por la mezcla de ichu con soda cáustica, glicerina, nanómetros de plata –usada para generar campos magnéticos y eléctricos– y cushuro, un alga que crece en lagunas y arroyos de los Andes con gran capacidad de protección contra la radiación ultravioleta.

Por el momento, solo se trata de una idea que se encuentra en una fase temprana de desarrollo. Sin embargo, es una importante iniciativa para animar a los jóvenes de la zona a que sigan carreras relacionadas con ciencia y tecnología.

La investigación es parte de un proyecto de innovación social que Bear Creek Mining, compañía con sede en Canadá, está desarrollando en Corani, uno de los diez distritos de Carabaya (Puno). El proyecto podría ser tomado como un modelo de desarrollo social a ser aplicado por otras mineras y aceptado por comunidades que ahora solo exigen a las empresas extractivas la construcción de infraestructura de servicios (escuelas, hospitales, comisarías, carreteras, etcétera), cuando también deberían exigirles que pongan en marcha centros para educar a sus hijos en ciencia y tecnología.

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