Compromiso de los Maestros con la Verdad

Por Alicia Barco Andrade – Comunicadora digital, filósofa, periodista colegiada, docente, empresaria, estratega, mujer política del siglo XXI.

La verdadera “palabra de maestro” es enseñar las grandes verdades de la vida. Esta es nuestra tarea. En estos tiempos, hay muchos profesores y pocos maestros. Profesor es el docente que enseña una asignatura, maestro es el que enseña lecciones que no vienen en los libros.

Escuché decir a un profesor universitario que educar era una tarea apasionante que pretendía dejar en el alumno un pozo permanente de verdad y de bien. Y este mismo profesor afirmaba que no somos nosotros los que creamos la verdad y la hacemos valer, sino que es la verdad la que nos posee.

Es posible enseñar verdades y educar a los alumnos para que puedan avanzar en el conocimiento de la verdad; adquiriendo hábitos intelectuales de análisis, síntesis, inducción y deducción al tiempo que desarrollan virtudes.

Ahora, están de moda – más que nunca – los psicólogos y psiquiatras. La psicología descubre problemas de aprendizaje, traumas, trastornos y frustraciones. Los psiquiatras, medican.

Pero los maestros de vida, no resuelven problemas con pastillas, ni castigos. Conocen la esencia del ser humano y su naturaleza. Algo parecido a los filósofos de la gran Grecia. Los padres de la filosofía son tres: Sócrates, Platón y Aristóteles. También hay un gran Maestro de Vida, que sintió dolor humano, dio su vida por nosotros, y vino a despertarnos en una gran verdad: Nuestra conciencia es eterna. Él se llama Jesús. 

Sócrates fue un educador de la juventud ateniense. El primer maestro de Occidente. Ha dejado el método básico para pensar en orden a la verdad. Fue un Maestro excepcional. Aunque no llegó a escribir nada, sus discípulos escribieron y tomaron nota de todo lo que dijo. Afirmaba que había que imprimir las lecciones en el alma de los alumnos, pues la semilla de la verdad es como harina de buen trigo que fortalece la inteligencia y la voluntad. Puso en ejercicio la conciencia del no saber. Decía que solo sabía que no sabía nada, pero solo quien quiere saber, el deseo o la motivación es contagiosa. Este es el verdadero maestro.

Sócrates no dejó nada escrito, pero sus enseñanzas siguen siendo motivos de reflexión por todo lo que dijo. Su método “La Mayéutica”, es el prototipo del diálogo educativo, reflexivo, que implica comunicación, confrontación de ideas, humildad, valentía y relaciones humanas.

El diálogo intelectual se produce de muchas maneras, pero de hecho es una actividad interpersonal que se basa en el interés común por la verdad. Buscar la verdad, es tan humano como hablar y escuchar. Es por medio del diálogo y la confianza, quizás la mejor vía que Sócrates nos deja como lección, el arte de educar. 

PLATÓN ERA ATENIENSE

Sus antepasados eran gobernantes y legisladores. A los 20 años conoció a Sócrates, quien le produjo un gran impacto. Fue su mejor discípulo. Siguiendo las enseñanzas del maestro, definió la tarea de la filosofía como el arte de llegar a forjar el alma. Platón contemplaba a la persona con el mayor respeto, siempre, ante ese misterio poseía, llamado, el alma. Sin respeto al alumno, como persona, no hay cabida a la calidad educativa.

ARISTÓTELES ERA DESCENDIENTTE DE LA ARISTOCRACIA GRIEGA

Su padre era médico. Pronto marchó a Atenas a estudiar en la escuela de Platón y permaneció a su lado hasta que murió. En Atenas fundó su propia escuela junto al templo de Apolo. Impartía las lecciones paseando. Decía que el verdadero discípulo supera al maestro y que la verdad era la realidad. Hoy, donde la desinformación se camufla como la verdad y las mentiras construidas “fake news”, el hombre seguirá siendo hombre, pero de conocer su verdad o propósito de vida, dependerá su camino de evolución. Y es a través de su cuerpo y en contacto con los demás, que se va humanizando. El rostro le permite expresar su interior, sus emociones o sentimientos. Hay gestos, sonrisas, miradas que manifiestan lo que sentimos. Una sonrisa puede durar un minuto y se puede recordar toda la vida.

El núcleo más íntimo de la persona es la fidelidad que lleva consigo el descubrir su propósito de existencia en esta vida. Y esto, es lo que los maestros deben hacer.

La persona fiel no improvisa.

No actúa con ligereza y frivolidad.

Actúa con solidez cuando es consciente de la verdad interior que a ella la define.

La verdad hace que seamos, quienes somos, por medio de nuestra vida y nuestras decisiones libres.

Aunque la vida se vive en primera persona siempre, hay otras en el entorno que ayudan o dificultan el camino. En ese recorrido al educador le corresponde enriquecer el corazón de los alumnos para que sean capaces de buscar la verdad, encontrarla, defenderla y difundirla.

Todo ser humano ansía conocer la verdad de su existencia en esta tierra.

Porque necesita aclararse respecto de su ser; de lo contrario, sufre mucho y se siente desdichado si no la encuentra. La verdad es simple, pero la experiencia humana es compleja. La vida viene sin manual de instrucciones. Pero necesitamos de pensamientos mentales y unos fundamentos sólidos que nos ayuden a sostener lo que hacemos, decimos o actuamos. Esta vida es completamente argumental. Es nuestra manera de pensar lo que nos transforma en la vida.

Por ello, las habilidades que los alumnos deberán aprender hoy, son los hábitos intelectuales de análisis, síntesis, inducción y deducción al tiempo que desarrollan el ejercicio del pensamiento y a su vez, virtudes.

Es posible enseñar con verdad y educar a los alumnos para que puedan avanzar en el conocimiento de la verdad, que es fundamento de la realidad y principio del conocimiento. Unas virtudes perfeccionan, la inteligencia y otras a la voluntad. El estudio, la atención, la concentración, el raciocinio, el juicio crítico son hábitos de la inteligencia; el orden, la fortaleza, la generosidad, la templanza, son hábitos de la voluntad.

La verdad se puede conocer, enseñar y aprender. Desde las primeras páginas de la filosofía griega aparece la búsqueda de la verdad como el inicio del conocimiento. Las virtudes como columnas vertebrales de la antropología de la naturaleza de la persona.

Los seres humanos se desarrollan desde la infancia.

Cuando esta etapa es feliz la persona sabrá resolver bien los problemas de la vida. Por eso es importante formar en solidez y firmeza rechazando la mediocridad para que la personalidad se construya bien. La formación intelectual humana se recibe en escuelas, en colegios y universidades. El educador está llamado a ser grandes a los demás, y en esto consiste la propia grandeza de la vocación docente. Que el compromiso docente con la verdad, transforme vidas.

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