Permanente incapacidad para gobernar

Por Juan Sheput

Carreteras tomadas en el sur, creciente ola delictiva y criminal, una Policía que no se cansa de causar escándalos, ministros cuestionados y evidentemente incapaces, intercambio de amenazas e invectivas a través de las redes sociales entre miembros y exmiembros del entorno de Dina Boluarte, desmentidos e incoherencias, popularidad por los suelos, funcionarios y allegados fugados, son solo algunos de los asuntos que están en la agenda nacional por responsabilidad directa de Dina Boluarte.

En el último mes del año, culminando el ciclo del Bicentenario el próximo 9 de diciembre, el Perú está peor que nunca. No hay que forzar ilusiones creyendo en un crecimiento sostenible, pues las condiciones no están dadas para eso. La sostenibilidad en el crecimiento depende de las instituciones, como lo señalan los recientes premios nobel Robinson y Acemoglu, y nuestro país no las tiene. Ni siquiera en estado de gestación.

No hay gobierno, en síntesis. Tampoco hombres de Estado. Si los hubiera en esta administración, específicamente en el Consejo de Ministros, ya habrían renunciado. Lo que vemos, al contrario, es un coro que repite el mismo texto demostrando que en los actuales no solo no hay creatividad sino ausencia de personalidad.

A raíz de las declaraciones del cuestionado expresidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, ha vuelto a salir a la luz el tema de la ausencia forzada de la señora Dina Boluarte por causa de una operación. Si fue estética o de urgente necesidad no importa; sí que se trata de un vacío de poder originado por la gigantesca irresponsabilidad de alguien que no entiende lo que es el respeto a la Constitución y la categoría que debe tener un Jefe de Estado.

La presidenta Boluarte debió informar al Congreso de esta ausencia y no lo hizo. Se presentó entonces un vacío de poder, un tema claramente establecido en la Constitución, ante la cual lo que valen son los principios y no los intereses. Que abogados remunerados por el gobierno salgan a decir lo contrario tampoco importa. El que ellos decidan malograr su trayectoria en el umbral de su desempeño profesional es responsabilidad propia. Lo que sí importa es que pretendan destruir el principio constitucional de la regularidad en el desempeño del poder que se estipula en la Constitución.

Considero, al igual que hace muchos meses, que Dina Boluarte debe ser vacada. A través de un juicio político, porque ha demostrado claramente ser indigna de seguir al frente de la Presidencia del Perú. De no ser así, nuestro tercer centenario empezará con el triste baldón de no saber defender los fueros constitucionales por culpa de baratos intereses.

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