Arequipa declara la Independencia en 1825

Por Willard Díaz

El destacado historiador Víctor Condori nos ayuda a entender por qué Arequipa recién jura fidelidad a la República cuatro años más tarde que Lima, en febrero de 1825. Este bicentenario tiene aún algo que ver con la identidad local, según se desprende de sus declaraciones en la siguiente entrevista.

La Declaración de la Independencia realizada en Lima en julio de 1821 no fue en realidad un hecho nacional, según entiendo. Casi cada ciudad del país realizó la suya en diferentes momentos. Moquegua, por ejemplo, registra hasta tres declaraciones. ¿Cuál fue el caso de Arequipa?

R. Efectivamente, la historia nacional ha querido convertir al 28 de julio de 1821 en un día simbólico de la jura de Independencia, sin embargo, ello no refleja lo compleja que fue esta guerra en el Perú e incluso, Hispanoamérica. Ahora, no me estoy refiriendo únicamente al año en que empezó o el día en que terminó dicho proceso bélico, sino también a la conducta política manifestada por las distintas ciudades y pueblos frente a las dos fuerzas o posiciones en disputa.

En ese sentido, lo que tenemos, por ejemplo, en julio de 1821, es un país dividido políticamente en dos fidelidades: toda la costa norte, por fuerza u obligación, en manos de los patriotas y declarando su Independencia una tras otra, y el resto del Perú, vale decir, los actuales departamentos de Ayacucho, Cuzco, Puno, Moquegua, Tacna y Arequipa, bajo control del virrey José de la Serna, con capital incluida, en Cuzco.

Y este será el panorama que se habría de mantener tal cual, hasta la derrota definitiva de las fuerzas realistas, en la decisiva batalla de Ayacucho.

P. ¿A qué se debe esa demora?

Si bien, el 9 de diciembre de 1824 se produce el triunfo de los patriotas sobre las fuerzas realistas, que incluyó el apresamiento del virrey La Serna; esto no significó el fin de la guerra para las autoridades políticas residentes en el Cuzco, donde días después, en una Junta Extraordinaria convocada por el gobernador militar de entonces, general Antonio María Álvarez, se nombró como virrey interino al arequipeño Juan Pío Tristán. Quien juramentó en el cargo el día 24 de diciembre y en la ciudad de Arequipa.

El problema era que, no se conocían hasta ese momento los acuerdos de la Capitulación de Ayacucho, firmada después de la batalla, la misma que obligaba la entrega de todas las ciudades, fuertes y tropas que estuviesen aún en poder de las autoridades realistas.

Por otro lado, el jefe del ejército patriota, general Antonio José de Sucre, en el propio campo de batalla, nombraría como prefecto del ahora departamento de Arequipa, al jujeño Francisco de Paula Otero, quien inmediatamente sería enviado a ocupar el cargo acompañado de una pequeña fuerza militar.

Lamentablemente, esta comitiva tuvo grandes dificultades de llegar a la ciudad, debido a la resistencia de las fuerzas militares realistas que aún quedaban en la región y desconocían aquellos acuerdos.

Todo ello se superó cuando fue conocido el contenido de la referida Capitulación: el virrey Pío Tristán renunció al cargo el día 30 de diciembre y a principios de enero de 1825, hizo su ingreso a la ciudad el flamante prefecto Otero.   

P. ¿Significa esto que Arequipa era una ciudad realista?

Realista sí, como muchas regiones del Perú e Hispanoamérica, que habían surgido, se habían desarrollado y, sobre todo, prosperado dentro del sistema colonial.

En ese sentido y sin temor a equivocarnos, podríamos afirmar que hasta 1820, año de la llegada de San Martín al Perú, la mayor parte de ciudades y pueblos de este territorio, habían manifestado de manera amplia y decidida su fidelidad al rey, a la corona y al sistema colonial español. Por tanto, antes de estar organizando festejos, tendríamos que explicarnos y explicarles, qué provocó ese cambio en la posición política de la población y si, realmente, la independencia, es decir la ruptura política con la monarquía hispana, fue un deseo de todos los peruanos. 

P. ¿Qué se debe celebrar entonces en el aniversario de la Independencia en Arequipa? ¿El fin de una etapa, el nacimiento de otra?

Considero que este es un buen momento para reflexionar, primero, sobre el significado de la Independencia del Perú y sobre todo de la ciudad de Arequipa; por qué, muchos preferían el dominio de un rey lejano al de un presidente peruano; qué consecuencias trajo la Independencia para una ciudad y una región que habían manifestado en las últimas décadas de gobierno colonial, una gran prosperidad y autonomía económica.

Cuánto de esa imagen rebelde y revolucionaria de Arequipa decimonónica tuvo que ver con la imposición de un sistema político desde la capital Lima y cuánto de ese espíritu rebelde, autónomo y orgulloso de su pasado, queda todavía, aunque camuflado en lo que llamamos identidad arequipeña.

P. ¿Esto motivó en algo a tu última investigación publicada sobre la economía en Arequipa en la Independencia?

Creo que fue la necesidad de explicar ¿por qué una ciudad como Arequipa mantuvo su fidelidad a la corona y al rey hasta el final de la guerra de Independencia?, la que me llevó a buscar una respuesta en la situación económica de entonces. Sigo considerando que romper con un sistema que había imperado cerca de 300 años no es fácil, tendrían que presentarse situaciones extremas o desesperadas, injustas e insostenibles.

En ese sentido me hice algunas preguntas que iban a guiar mi trabajo durante años, por ejemplo, cómo se vivía económicamente en la ciudad y región antes y durante la guerra de Independencia, qué actividades existían, quiénes participaban en ella y finalmente, quiénes verdaderamente se beneficiaban. Ahora, en estos últimos tiempos, considero que el estudio de la economía es importante, pero habría que estudiar también a la sociedad arequipeña, los grupos y las relaciones que existían entre ellos y, finalmente, el papel de la iglesia y la religión en una ciudad reconocida por su gran devoción y conservadurismo en materia de fe.

Deja un comentario