El embajador ante el Vaticano

Por: Carlos Meneses

El nuevo embajador de Perú ante la Santa Sede debe ser un diplomático de trascendencia y una persona sin desmerecimientos como lo sería el exministro de MIDIS, Julio Demartini.

Se sigue hablando, en las esferas de gobierno, de designar a Julio Demartini como el peruano escogido para representarnos ante el Estado Vaticano. Hay un prudente silencio de quienes bien harían en comunicarse con el papa Francisco para preguntarle qué opinión tendría de que el representante diplomático de Perú, ante la Santa Sede, sería un hombre que está vinculado a escándalos relacionados con la alimentación de niños escolares.

La presidenta ha guardado silencio sobre el tema, pero su portavoz oficial y presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén no ha vacilado en expresar que él sería el primero en dar voto a favor de Julio Demartini, si se hiciera la propuesta en sesión de Consejo de Ministros, reconociendo así el que haya sido un hombre de confianza en el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS).

Lo que falta averiguar es si para el Vaticano tal nombramiento tendría el agrado del santo padre sobre todo ahora en que tenemos como cardenal a un hombre como Carlos Castillo, cuya honestidad no está a prueba ni tampoco sus bondades como arzobispo de Lima y la complacencia que sentimos todos los peruanos por su condición de cardenal.

Lo recomendable es la prudencia en la decisión del gobierno peruano más aún sabiendo que los diplomáticos -así sean embajadores políticos- deben ser personalidades destacadas de las naciones a las que se considera representantes de un pueblo católico y amigo de los pobres y de los niños.

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