La tragedia de Trujillo

Por: Carlos Meneses

El aprender la lección es tarea de las autoridades y merece resaltarse que, en este caso específico, la respuesta de la comunidad trujillana ha sido adecuada y dolorosamente aprendida.

Lo recién pasado en el patio de comidas del centro comercial Real Plaza de Trujillo enluta no solo a la capital de la región La Libertad sino a todo el Perú y es motivo de preocupación porque revela que no fueron suficientes los preparativos que en su momento se realizaron para garantizar seguridad y abre las puertas a una revisión de los procedimientos y controles que debieron haberse efectuado.

Seis muertos no son pocos. Entre los heridos hay gente seriamente lesionada, mereciendo resaltarse la labor de salvamento que cumplieron bomberos, policías y voluntarios para acudir en favor de las víctimas.

Hubiéramos esperado que la propia presidenta de la República acudiera ante las demandas de auxilio que se le propusieron y entendemos que su ausencia solo se explica por compromisos anteriormente pactados y que requirieron su atención.

El hecho cierto y penoso obliga a investigaciones, recapacitaciones pues en los últimos años se descuidaron los controles en oficinas públicas y privadas y se rebajaron a cada dos años el hacer inspecciones en Defensa Civil, que se han demostrado no han sido suficientes.

Todos los peruanos hemos sentido el dolor de esta tragedia y también la exigencia de pedir que los profesionales en ingeniería y arquitectura sean en extremo exigentes y bondadosos.

Las vidas que se pierden siempre son valiosas y debe cuidarse con ellas la seguridad en un país que ahora tiene un nuevo motivo de preocupación porque los peruanos estamos expuestos a mil peligros y a riesgos que están a la vuelta de cada esquina.

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