Las ballenas y la conservación ambiental

Por: Aimée Leslie
REFLEXIONES
El año pasado, el Perú fue sede de la 69a reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), la cuarta vez desde la historia de la CBI que se da en nuestra región. Los temas en agenda iban desde el deseo de algunos países de facilitar la reapertura de la caza comercial de ballenas hasta la propuesta latinoamericana para la creación de un santuario en el Atlántico Sur.
En 1982, con el aumento del interés global en la conservación y el uso sostenible de recursos marinos, la CBI logró uno de los principales hitos para la conservación de ballenas hasta hoy: la creación de la moratoria a la caza comercial de ballenas, con 25 países a favor, siete en contra y cinco abstenciones, cuya implementación comenzó en 1986.
Uno de los países que se opuso a esta histórica decisión a favor de la conservación marina en ese momento fue el Perú. Si bien el país no tenía una industria ballenera activa en ese momento, sí tuvo algunas operaciones de caza de ballenas en el pasado. Desde entonces, ha tomado un papel más activo en la conservación marina y protección de cetáceos.
En América Latina, Argentina, Brasil y Uruguay, presentaron una propuesta para crear el santuario del Atlántico Sur, un tema recurrente en la CBI para establecer un santuario de ballenas en el océano Atlántico Sur (desde el ecuador hasta la Antártida), donde se prohibiera la caza comercial de ballenas, con o sin moratoria. Se propuso en 1998 y está en discusión desde el 2001. Para que sea aprobado, necesita el apoyo de tres cuartos de la comisión.
En el 2024, con 40 votos a favor, 14 en contra y tres abstenciones, nuevamente no fue aprobado. Los países africanos y caribeños fueron los que principalmente se opusieron, además de San Vicente y las Granadinas, que tiene una caza aborigen de pequeña escala y actualmente tiene una cuota permitida por la CBI de hasta cuatro ballenas jorobadas por año.
Los países miembros deben trabajar juntos no solo para alcanzar un consenso, sino también para construir un futuro sostenible que respete tanto las tradiciones culturales como las exigencias de la conservación ambiental.
Las deliberaciones de la CBI son un microcosmos de un desafío global más amplio: cómo gestionar el mundo natural del que todos dependemos. Si no protegemos a las criaturas más grandes y emblemáticas de nuestro planeta, nos enfrentamos a la pregunta inevitable: ¿cómo esperamos sostener la vida en el resto de la Tierra? La urgencia de esta tarea nos llama a todos a un compromiso más profundo y a acciones concretas que aseguren la preservación de la biodiversidad mundial para las generaciones futuras.