COMENTARIOS NO REALES

Por Pamela Cáceres
CAPÍTULO V: CONTEXTO E INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DONDE ME PREGUNTAN «¡¿SABES QUIÉN SOY YO?!»
Queda referido pues que cuando nos sentimos puestos en duda o faltados en nuestro abolengo por alguien que imaginamos inferior, respondemos preguntando cuánto conoce aquel de nosotros. Así yo fui interpelada por primera vez justo en tiempo de acabar mis niñeces.
Sucedió pues que una condiscípula de escuela no siendo buena en letras ni en números, batalló entonces por ser alguien en las sociedades provincianas de mi tierra natal, el Cusco. Difícil era pues su aspiración. En la escuela que nos prescribía no estudiaban las futuras señoras de estos reinos, para que pudieran dar su barato, como se esperanza el aficionado que alberga dichas pretensiones. Más bien éramos en mayoría hijas de la gentilidad. Así pues, esta condiscípula fabuló con marcar diferencias y formó una reducida legión a la que puso nombre usando vocablos mal copiados del idioma alemán para dejarnos claro que se trataba de nínfulas de blanca belleza, buen porte y apellido, amantes del inglés en canciones y caros los modales.
Elegíanse pues las aspirantes a la logia en la salida de mi escuela, en la plaza San Francisco, al frente del glorioso colegio Ciencias y ante la mañosa mirada de sus escoleros ciencianos. Ya una ya otra, juzgaba qué tan poco india era la postulante, si los dientes sanos y bien nutridos, si los ollares bien hinchados, si los carrillos graciosos y bien formados, si las paletas turgentes, si la grupa suficiente y si según ellas el apellido era de principal. Todos estos juicios eran cacareados en rostro propio de la aspirante, quien, muchas veces no alcanzando virtudes requeridas, lloraba a mares. Se lograba entonces que alguna miembro de la logia se condoliera, no debe pensarse pues que se trataba de mujeres crueles, se decía entonces que la aspirante a lo mejor no era tan india como ya le habían acusado, así pues, la mayoría aceptaba y la aspirante pasaba a ser parte del exquisito Reich.
Siendo yo muy chusma y vivida entre chusmas, siempre en mi naturaleza y con ya naciente ingenio, hice pues burla del ritual y su logia. A lo que escuchó cierta correveidile y llevó pronto aviso, esperanzada a su vez en ganar el favor y contento de la gran Führer, quien poco controlada en sus violencias, siempre era de temer. Así pues, algunas condiscípulas y yo fuimos sentenciadas a recibir aporreo generalizado. Sabiéndome yo chusma batalladora de puño bastante fuerte, entendí lo poco que podía hacerse frente a la cólera y la lengua de aquellas creídas beldades.
Ya se había anunciado que el aporreo sucedería en las salidas de la escuela. Entonces junto a una condiscípula amparamos nuestras seguridades escondidas dentro del armario del salón, queriendo así, que el tiempo diera fatiga a la impaciencia de nuestras perseguidoras. Esta condiscípula, de inteligencia para números, no era entonces muy amiga, pero así escondidas hicimos conversaciones interesantes, ya de música, ya de pueblos, ya de poderes sociales. He leído pues de una filósofa francesa que en experiencias de vida y muerte hacen los humanos lazos poco perecibles. Cierto debe ser, pues en los presentes y a la distancia seguimos cultivando amistad, ¡oh! Diosa Fortuna, ella está ahora en Alemania trabajando en ciencias, y no ha podido perseguirla hasta allí la Gestapo de la Belleza.
Muchos días quedábamos en ese armario, hasta que pensamos aplacados los rencores. Volvimos entonces a las normalidades, con mucho descuido, eso sí. Vano fue confiar en que nuestras perseguidoras, no siendo tan buenas en letras y números, tuvieran también lentitudes en las memorias, y que, olvidando sus molestias, hubiesen pasado a ocuparse en sus ya clásicas fruslerías. Falsas y vanas nuestras certezas, pues vaya que sí mantenían bien guardada relación de sus sentencias y de sus sentenciadas.
Así pues cuando yo emprendía camino de regreso a mis hogares, aparecieron los doce creídos ángeles de Victoria’s Secret dispuestos a aporrearme, llevando ceños bien fruncidos y pechos bien henchidos. Haga usted imagen respetado lector, póngase en mis lugares, pues aquí dejo mi narración esperando hallarle en próxima jornada donde acabaré la suma narración de cómo se responde a la pregunta «¡¿sabes quién soy yo?!».