Comentarios no reales

Por Pamela Cáceres

CAPÍTULO VII: SOBRE LA LENGUA GENERAL DE LOS SEÑORES

No alcancé a mamar en leche la lengua quechua, pero sí la escuché mucho entre mis parientes mayores. En los principios me pareció lengua de lágrimas ya que cuando secreteaban las mujeres adultas, lo hacían siempre en quechua y acababan sollozando. De aquellos sonidos, poco podía o poco quería entender, pero infantilmente me creía que decían relatos horribles por hacer llorar tantas lágrimas a mis parientes mujeres.

Luego, el quechua se convirtió en idioma de carcajada, gracias a mi descubrimiento de la palabra «siki» que dice en español «posaderas». Recuerdo que dediqué buen tiempo preguntando a mis mayores el significado y pronunciación de otras tantas palabras quechua con que podría combinar «siki» para crear nuevos insultos. Aun así, nunca pude buen dominio de esta lengua general, cosa de la que me peso.

Ahora, ya sabiendo lo duro que es vivir en nuestros zapatos, pienso en por qué teniendo tanto pariente cusqueño hablador de quechua, yo no me adoctriné en esta lengua, digo pues, que a la gentilidad, por la dureza de la vida, nos falta mucho tiempo para enseñar a nuestros hijos o para aprender de nuestros padres.

Nunca mis parientes me han prohibido aprenderlo, como explicaban antiguos señores y señoras del Cusco acusando a los indios habladores de quechua de prohibir a sus hijos que aprendan con afán de disimulo. Según ellos los indios dicen «no aprendas», «no hables» esperando que sus niños no se delaten como indios y puedan confundirse en el futuro con señores o señoras.

Mucho acusan a la gentilidad de disimular ser india y al mismo tiempo acusan y maltratan a la gentilidad por ser india.

Algunos prescriptores antiguos en la escuela y en la universidad nacional nos pedían confesar si sabíamos quechua. Nos conminaban a levantar la mano y a no mentir diciendo que lo desconocíamos cuando en verdad habíamos mamado en leche palabras quechuas. «No es motivo de vergüenza hablar la lengua de los incas reyes», afirmaban vanamente deseando que por congraciarnos con la realeza incaica nos animaríamos a delatar que sí lo hablábamos. A veces mis condiscípulas o condiscípulos han respondido que sí entienden, pero no hablan, o que hablan un poquito. Aun así, los prescriptores han mirado con malicia en su pensar que esta respuesta también era mentira.

En cambio, algunos señores y señoras hablan quechua cusqueño a boca llena. Cuando uno es señor o señora siente que cualquier palabra dicha por su boca suena bien, y las más veces no es tan cierto. En mis niñeces escuché que siendo patrón se debe aprender quechua para no dejarse tomar por engaños o burlas de indios. Así, en su inocencia desconfían del quechua, pero le creen tanto al inglés.

Cuando estos señores o señoras sabedores de quechua conocen a alguien y lo identifican como humilde o como indio, las primeras palabras que usan para conocerlo son «¿imataq sutiyki?», que es pregunta por el nombre del otro. Pero con esto, al mismo tiempo, afirman que han registrado bien que uno es indio, y te ponen en tu lugar y te avisan que ellos no son blanco fácil de confusiones y artificios.

A veces estos señores y señoras preguntan con sorna «¿intindiquichu manachu?» o hablan «manam intindiquichu» o «manam kanchu» que dice «no hay», o te apodan «Manam, Manam». No he podido hallar libros que expliquen certeramente la utilidad de estas frases. Entiendo que aluden a una negación. En el uso, significan que uno por ser indio está muy terco en su razón y les niega algo. Haz de saber buen lector que los principales se ofenden mucho cuando los gentiles dicen «manam», imaginan que es tozudez o falta de seso y de allí sus burlas.

Muchos señores o señoras han aprendido quechua porque en sus niñeces fueron criados por alguna mujer sabedora de la lengua. Sé que también en las escuelas de pago en Cusco, los niños y niñas llevan estudios de quechua y participan de la santa misa en quechua.

En cambio, en mi escuela nacional, el asunto era más bien el inglés. Una vez un dictador, muy alabado por principales, mandó disminuir horas de Literatura, Geografía y Filosofía para aumentar al curso de inglés en la secundaria nacional. Dicen pues que el inglés sirve para abandonar nuestra patria, ya sea por la excusa del amor o por la razón del trabajo.

Mucho se afirma, en ciencia o en fantasía mercantil, que el quechua es una forma de pensar, de vivir y de saber. A veces doy esto como cierto, y otras veces no tanto. Cuando los señores y señoras hablan quechua no siempre sienten o piensan o quieren como indios o como andinos o como gentiles. En Cusco, un antiguo poeta quechua, amador de incas y hacendado hizo tan malos abusos que murió por la cólera de los gentiles. En mis tiempos, una señora sabedora de quechua, con más suerte que talento, desde sus altos poderes ha mandado a morir a muchos gentiles, incluso a sus paisanos apurimeños.

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