Científicos y conservacionistas inician cruzada para salvar al cóndor andino

Por Jorge Turpo Rivas
En el Perú, incluyendo lugares como el Valle del Colca, quedan menos de 500 cóndores. El manifiesto es un llamado urgente a la acción colectiva para asegurar que las futuras generaciones puedan seguir admirando el majestuoso vuelo de esta especie en los cielos de los Andes.
FIRMARON EL “MANIFIESTO DE SUCRE 2025”
En los Andes, donde el cielo parece no tener fin, el cóndor andino se desliza cada vez con más dificultad. Hoy, su vuelo está amenazado. Pero un grupo de científicos, investigadores y conservacionistas ha decidido no quedarse mirando desde abajo.
En Sucre, Bolivia, durante el Quinto Congreso Internacional del Cóndor Andino y el Primer Simposio de Buitres de las Américas, se alzó otro vuelo: el del “Manifiesto de Sucre 2025 por la Conservación del Cóndor Andino”.
Este documento, respaldado por instituciones nacionales e internacionales, no solo lanza una advertencia: exige. Exige actuar ya. La urgencia está sustentada en evidencia científica y en la alarmante realidad: el cóndor andino, símbolo biocultural y pieza clave del ecosistema altoandino, se encuentra en peligro crítico.
El manifiesto no ahorra detalles. Enumera amenazas, pero también señala culpables. La principal causa de muerte del cóndor andino es el envenenamiento de carroñas. Aunque esta práctica busca eliminar depredadores del ganado, termina diezmando a decenas de cóndores en eventos masivos que se han documentado en Argentina, Bolivia, Chile y Perú.
A ello se suma la caza por retaliación, basada en la errónea creencia de que estos carroñeros atacan al ganado. En el norte de su distribución, además, son víctimas del tráfico ilegal: sus plumas y partes del cuerpo se comercializan con fines rituales y decorativos.
La pérdida de hábitat —producto de la deforestación, la expansión agrícola y la minería— reduce drásticamente sus espacios de anidación y alimentación. Y como si fuera poco, nuevas amenazas emergen: líneas eléctricas, parques eólicos mal ubicados y contaminantes como el plomo agravan su ya precaria situación.

FALTA DE ACCIÓN
El documento denuncia también la ineficacia de muchas legislaciones existentes. Aunque en varios países existen normas que protegen al cóndor andino, su aplicación es débil. No hay suficientes mecanismos de fiscalización ni sanciones ejemplares para los responsables de su caza o envenenamiento.
El manifiesto exige algo más que buenas intenciones. Pide la tipificación del envenenamiento y la caza ilegal como delitos ambientales graves, así como la implementación de protocolos de respuesta rápida frente a eventos de envenenamiento masivo. Asimismo, plantea la urgente necesidad de regular el acceso a pesticidas altamente tóxicos.
Los firmantes del manifiesto no solo señalan problemas: proponen soluciones. Exigen que Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela reconozcan oficialmente al cóndor andino como una especie de máxima prioridad para la conservación. Esto implica incluir su protección en las políticas ambientales y de desarrollo.
Reclaman la creación y expansión de corredores biológicos y áreas protegidas, así como un ordenamiento territorial basado en criterios científicos. Particularmente preocupante es la instalación de parques eólicos en zonas críticas: el manifiesto exige evaluaciones de impacto ambiental que contemplen toda la biodiversidad y tecnologías para evitar colisiones.
La conservación no será posible sin las comunidades locales. Por eso, el manifiesto destaca la importancia de la participación ciudadana y de la educación ambiental permanente. Solo así, dicen los expertos, se puede construir una cultura de respeto y cuidado hacia el cóndor y su ecosistema.
Víctor Gamarra-Toledo, biólogo del Museo de Historia Natural de la UNSA y uno de los voceros del documento, subraya que “la situación es crítica, pero todavía reversible”. Recuerda que el cóndor no solo es un ave: es un símbolo, un espíritu que surca los Andes y que forma parte de la identidad de millones.
¿CUÁNTOS QUEDAN?
Según el censo más reciente, en el Perú hay 301 cóndores. “Pero el número real podría estar entre 400 y 450. Ayacucho alberga la mayor población, seguida por el Valle del Colca, en Arequipa. Aun así, el panorama es sombrío. En toda Sudamérica, el cóndor andino sigue descendiendo”, indica Gamarra – Toledo.
El “Manifiesto de Sucre 2025” es, en palabras de sus autores, un último llamado. Un pacto que reclama coherencia, voluntad política y acción colectiva. Porque si el cóndor deja de volar, no solo perderemos a un ave: perderemos una parte del alma de los Andes.