Abril de las letras y del idioma

REFLEXIONES

Abril Es el mes de las letras y de los grandes escritores, el mes en el que recordamos a don Miguel de Cervantes Saavedra, el genio creador del Quijote, el personaje mundialmente conocido como el caballero de la triste figura que por cuatrocientos años cabalga al lado de su inseparable Sancho, el humilde refranero que montado en su mula nos saluda con la virgulilla como sombrero.
Jamás una mula cargó un tesoro más precioso como aquel refranero andante, que, a decir del Quijote, en poco tiempo era capaz de ensartar un dicho tras otro hasta hacer una letanía; a aquel inocente escudero debemos agradecerle que la sabiduría popular haya perdurado en el tiempo en sus breves sentencias. Por eso, este abril también es de Sancho.
De este lado del mundo hemos contribuido con el idioma de Cervantes, que el diccionario de americanismos recoge algunos términos con pabellón blanquirrojo como palomilla, bamba, paporreta, borrado y otras expresiones que repetimos con bastante peruanismo, como “ni chicha, ni limonada”, “como cancha” o “más perdido que huevo en ceviche”, prueba de que en nuestras ollas la lengua española se cocina a fuego vivo.
El español es un idioma hospitalario, quiero decir, que en su hogar ha sabido acoger al extranjero anglosajón, y tras sentarlo a su mesa, le enseñó que football también puede decirse fútbol, al amante del rock lo rebautizó roquero, y del lunch se inventó el lonche. Con el francés hizo algo parecido, simplificó el glamour por glamur, y del término voyeur hizo el voyerismo y voyerista.
Nuestro idioma tiene del púber el pasatiempo de inventarse nuevas expresiones, si no explíquenme de dónde vino eso de shippear al prójimo, ser un pro, estar en el prime, y otras tantas repetidas por generaciones más recientes que uno se siente desplazado.
No hay que olvidar que, a la celebración del idioma, se suman nuestros ilustres invitados nacionales, porque abril es también el mes de Garcilaso de la Vega, Flora Tristán, César Vallejo, José María Eguren, y otros abrileros de célebre pluma. Así lo quiso la historia o, mejor dicho, el idioma que los reunió a todos el mismo mes.
Casi seiscientos millones de hablantes alrededor del mundo reafirman la vigencia del idioma español, con la figura emblemática de Cervantes con su característico cuello de lechuguilla de lino, impreso en diarios y pintado en los cuadernos de los niños. Este abril es suyo, de las letras, del idioma español, del libro. Vamos a celebrarlo abriendo la boca y con la pluma en la mano, que el mejor homenaje que podemos rendirle es hablarlo y escribirlo.