José Luis Quiroz: Legado de pasión, liderazgo y amor por su tierra

Al frente del Huracán logró ganó la Copa Perú.

Por Rocío Velazco C. Fotos Jorge Esquivel Z.

A sus 93 años, la figura de don José Luis Quiroz Salas se erige como un verdadero emblema de Arequipa, un hombre cuya trayectoria de vida es un compendio de pasiones desbordantes, liderazgo inquebrantable y un amor profundo e incondicional por su tierra. Reconocido y querido en cada rincón de la Ciudad Blanca, su historia, marcada por triunfos deportivos, pasión por las peleas de toros, servicio incesante a la comunidad y una visión clara sobre el desarrollo de su región, resuena con la sabiduría y la humildad de quien ha vivido plenamente, dejando una huella imborrable en el corazón de su gente. En una reciente conversación con el Diario El Pueblo, don José Luis compartió los momentos más trascendentales que han moldeado su existencia, revelando la esencia de un hombre extraordinario, casado hace 63 años con Elizabeth Cano Luque, con 6 hijos, 11 nietos y 6 bisnietos.

HOY FESTEJA EL DÍA DEL PADRE EN FAMILIA

Esta entrañable y amena tertulia, busca desentrañar los secretos de una vida tan rica, comienza con un gesto de profunda cortesía y respeto por parte de don José Luis. Su primera acción es un saludo cálido y sincero a todos los padres de Diario El Pueblo. Pero su gratitud no se detiene ahí; su memoria, lúcida y emotiva, se extiende para honrar y felicitar a todos los padres arequipeños que hoy celebran su día.

Este gesto inicial no es solo un formalismo, sino una ventana a la personalidad de don José Luis: un hombre que valora profundamente las conexiones humanas y que lleva consigo la memoria de quienes han sido significativos en su camino. Hoy domingo de celebración por el Día del Padre, don José Luis, con la sencillez que lo caracteriza, expresa su deseo de pasarlo «con la familia, porque creo que es un día familiar y hay que estar con la familia». Esta declaración subraya la importancia fundamental de los lazos familiares en su vida, un pilar que, a sus 93 años, sigue siendo su mayor refugio y alegría.

Las «mayores alegrías» en su vida, sin embargo, están intrínsecamente ligadas a su pasión por el fútbol y su amado Club Huracán. El año 1966 se presenta como un hito imborrable, cuando, por primera vez, su club se coronó campeón invicto. Aquel año no solo fue memorable por el triunfo deportivo, sino porque fue el primer año en que don José Luis ejerció la presidencia del club. Esta confluencia de liderazgo y éxito deportivo marcó el inicio de una era dorada para él y para el Huracán. Su compromiso se extendería por décadas, habiendo sido presidente durante 30 años y ostentando hoy el título de presidente honorable vitalicio.

El punto culminante de su gestión al frente del Huracán llegó con la obtención de la Copa Perú en Lima, un logro sin precedentes en la historia del fútbol peruano para su equipo. Con una mezcla de orgullo y justificada satisfacción, don José Luis subraya que esa copa la ganó «con el sudor de mi frente y yo no fui invitado como los otros equipos, la gané con mi sudor y con la ayuda de mi pueblo de la Pampilla». Esta declaración no solo resalta la dificultad y la pureza de la victoria, sino que también enfatiza su independencia y el apoyo de su comunidad, demostrando el arraigo profundo que tiene con su gente y su capacidad de lograr grandes cosas a través del esfuerzo genuino. La Copa Perú, que atesora en su propia casa, es el testimonio tangible de una hazaña deportiva y de un compromiso inquebrantable con su club y su origen.

UN TROTAMUNDOS DEL FÚTBOL: PASIÓN POR LOS MUNDIALES

Más allá de sus triunfos con el Huracán, la pasión de don José Luis por el fútbol trascendió las fronteras nacionales. Sus aficiones revelan un profundo conocimiento y amor por el deporte rey. Es, como era de esperarse, un hincha incondicional de su club, el Huracán, el cual «lo llevo en las venas». Pero su fanatismo no se limita a Arequipa; a nivel internacional, sus preferencias son claras y definidas: su primer equipo es el Real Madrid, seguido del Boca Juniors de Argentina, y en tercer lugar, el Alianza Lima. En cuanto a los jugadores, considera que el mejor jugador que tuvo Huracán fue Adrián Sánchez, un «gran jugador back centro» que jugó junto a su hermano Óscar Torres. A nivel mundial, su predilección se inclina por Cristiano Ronaldo, a quien todavía ve como el «mejor jugador» y admira cómo «lo está demostrando con los goles», manteniendo un nivel excepcional a sus 40 años y habiendo “triunfado en campeonatos europeos».

El asistió a nada menos que 10 mundiales de fútbol. Esta hazaña es aún más notable si se considera que, de esas diez ocasiones, seis veces fue invitado por Humberto Martínez Morosini, quien en ese entonces presidía las delegaciones. Morosini no era solo un líder, sino un «amigo íntimo» y, además, un «hincha del Huracán». Gracias a esta amistad y a su condición de campeón, “me permitió vivir la experiencia mundialista sin costo alguno”. Posteriormente, asistió a otros seis mundiales más con su propio dinero, elevando el total a 12 mundiales. Sin lugar a dudas, es «el arequipeño que ha ido más veces a mundiales».

Sus recuerdos de estos eventos son vívidos y llenos de detalles. El primer país que visitó para un mundial fue Brasil en 1950, donde presenció un partido «extraordinario»: la histórica derrota de Brasil ante Uruguay por 2-1. Aquel encuentro, con la asombrosa cifra de 220 000 personas en el estadio, lo marcó profundamente, y lo vivió en compañía de un entrañable amigo. Además de Brasil, ha visitado otros países icónicos del fútbol mundial, incluyendo Rusia (donde Perú hizo una «gran campaña»), Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, y España en dos ocasiones. Incluso, tuvo la fortuna de asistir al «último» Mundial en el que participó Perú. Para él, presenciar el fútbol a ese nivel es «otra calidad», una fuente inagotable de «momentos satisfactorios, momentos de felicidad y momentos de alegría».

GUSTOS CULINARIOS Y FILANTROPÍA SILENCIOSA

Como buen arequipeño, don José Luis no solo es un apasionado del deporte, sino también un conocedor de los placeres de la gastronomía. Cuando se le pregunta por su plato preferido, su respuesta es categórica: el asado y la parrilla son «lo neto arequipeño, igual que la Argentina». Su gusto se inclina claramente por las carnes «buenas, muy buenas». Aunque disfruta del rocoto relleno, su preferencia por las carnes es innegable, demostrando su apego a las tradiciones culinarias de su tierra.

Más allá de sus gustos personales, la vida de don José Luis ha estado profundamente ligada al servicio y la solidaridad. Con una humildad que engrandece su figura, menciona que ha dedicado 60 años de su vida a ayudar a quienes lo necesitan.

REFLEXIONES SOBRE POLÍTICA

Con la autoridad que le confiere su edad y su vasta experiencia, don José Luis no se abstiene de compartir sus opiniones sobre la política y las autoridades que han gobernado Arequipa en los últimos años. Su análisis es incisivo pero siempre constructivo, distinguiendo entre aciertos y desaciertos. En su opinión, de las autoridades de los últimos años destaca a Juan Manuel Guillén, exgobernador regional de Arequipa.

La Medalla de Oro de Arequipa, un símbolo de reconocimiento cívico, le ha sido otorgada en cuatro ocasiones. Además, prácticamente todos los distritos de Arequipa (menciona Sabandía, La Pampilla, Cerro Colorado, entre otros) le han concedido sendas distinciones. Todos estos galardones, que atesora con humildad en un lugar especial de su hogar, son un testimonio palpable del afecto y la distinción que su comunidad le profesa. Ante la pregunta de qué siente al ser «tan querido, tan distinguido», su respuesta es un acto de fe: «Primero tengo que agradecer a Dios porque esa gente me quiere. No sé porque me quiere, pero debo haber hecho algo bueno”.

Sin embargo, su visión sobre los políticos actuales es más sombría y crítica. Lamenta profundamente la situación actual, manifestando su desacuerdo con la forma en que los políticos han incursionado en la esfera pública: «no me gustan porque dicen una cosa y después dicen otra cosa y después se contradicen». Su principal crítica radica en la motivación que los impulsa: «ellos quieren ganar plata para ellos, para ellos y no para dar a la gente pobre que necesita». Esta reflexión expone una profunda desilusión con la falta de compromiso social y la prevalencia del interés personal en la política contemporánea.

PILARES DE SU VIDA: TRABAJO Y AMISTAD

La amistad ocupa un lugar sagrado en el corazón de don José Luis. Con una profunda melancolía, reconoce que sus «mejores amigos ya se fueron». Esta clase de amistad, lamenta, «nunca se consigue» hoy en día, destacando la singularidad de esos lazos perdidos. Afortunadamente, no todo es nostalgia; en la actualidad, cuenta con otros amigos valiosos, a quienes describe como «muy buena gente, muy señores».

A sus 93 años, con una vida tan plena y llena de logros, aún hay un sueño pendiente que don José Luis anhela concretar, algo que considera «lo último que tendría que hacer». Su gran proyecto es construir el estadio de su amado Club Huracán. A pesar de los desafíos, tiene la esperanza de que «tengo gente que de repente me puede ayudar». Explica que el actual estadio del Huracán «está cercado» y que ya cuentan con un «local propio», un club con «el primer segundo piso con todo» ya terminado.

La vida de don José Luis es un tapiz de experiencias, pasiones y compromisos. Desde sus triunfos infantiles en el canto hasta su liderazgo legendario en el fútbol, pasando por sus innumerables viajes por el mundo siguiendo el balón y su incansable labor social, cada faceta de su existencia es un testimonio de dedicación y amor. Sus opiniones, forjadas por la experiencia, ofrecen una perspectiva invaluable sobre el pasado y el presente de Arequipa, mientras que su sueño de construir el estadio del Huracán es un faro de esperanza para el futuro. A sus 93 años, don José Luis no solo es un arequipeño querido y respetado; es un patriarca, un visionario y, sobre todo, un ejemplo viviente de cómo la pasión, la integridad y el servicio pueden construir un legado que trasciende el tiempo y se anida profundamente en el corazón de un pueblo. Su historia es, sin duda, una fuente de inspiración para las generaciones venideras, un recordatorio de que la verdadera grandeza reside en el impacto positivo que uno tiene en la vida de los demás y en la perseverancia para perseguir los sueños, incluso a una edad avanzada.

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