Para alcanzar el fin último

SIN AMBAGES

Hagamos todo en nuestras vidas con mucha atención en el fin último y recordando siempre que nuestras intenciones y los medios que utilicemos son solo eso, intenciones y medios, y no son el fin per se. Y eso, por supuesto, en el trabajo, pero también en el día a día, en esas tareas sencillas que siempre nos están esperando en algún lugar.
Si en la oficina tenemos que conseguir cierta información, podemos tener las mejores intenciones y escribir correos electrónicos, hacer varias llamadas y enviar mensajes por WhatsApp sin conseguir lo que necesitamos. Entonces, cuando nos pregunten por la información que se necesita, no es válido enumerar todos nuestros intentos porque no son nuestros intentos los que resuelven el problema. El fin último es obtener esa información, y los correos electrónicos y las llamadas y los mensajes solo han sido los medios —y nuestro buen ánimo y tantos intentos han sido nuestras mejores intenciones—.
Si un niño está enfermo, los papás llamarán a un médico para sacar una cita y, si no contestara, llamarán a otro y probarán diferentes opciones hasta contactar a uno que vea finalmente al pequeño. Pobre niño si sus papás dicen: “Bueno, hemos llamado a un médico, hemos escrito a la asistenta de otro y también hemos ido a un consultorio, pero estaba cerrado. Ni modo, nadie nos ha atendido, seguiremos intentando otro día”. Felizmente, casi nunca aparece esa lógica, que es, y todos estamos de acuerdo, absurda. Pues así de absurdas nos debieran parecer esas intenciones que no resuelven el problema que hay que resolver.
Por supuesto, muchas veces el fin último está más allá de nuestras posibilidades y ahí recordamos eso de “no hay peor batalla que la que no se hace” o sus derivados. Sin embargo, en esas tareas diarias en el trabajo o en casa o en cualquier otro lugar, recordemos siempre cuál es el objetivo; luego vendrán a nuestra mente muchas ideas de medios para alcanzarlo.
Porque debemos analizar si nuestros intentos han logrado algún avance en nuestro cometido o solo nos sirven para la lista de tentativas que quizá —solo quizá— podrían interpretarse como excusas. Analicemos si hemos escogido los mejores medios o acaso los fáciles e infructuosos. Y podría ser que sin mucho análisis nos demos cuenta, porque nos conocemos muy bien y sabemos qué tanto nos hemos esforzado o si fue el tiempo el que, como siempre, no ha colaborado (pero tampoco le echemos la culpa al inocente tiempo que no puede hablar y no tiene cómo hacer su descargo).
Busquemos siempre alcanzar el fin último en cualquier lugar adonde la vida nos lleve: terminemos ese libro que quedó a la mitad, tomemos las clases de guitarra que tanto decimos que queremos tomar, concluyamos pronto esos pendientes en la oficina, enviemos ese correo electrónico, llamemos a ese amigo al otro lado del mundo. Los medios y nuestras mejores intenciones solo nos ayudan, está en nosotros alcanzar ese fin último.