La política y el calentamiento global
Por: Christian Capuñay Reátegui

Uno de los objetivos principales de la Cumbre Mundial del Clima que se celebra en Egipto es acordar medidas concretas para frenar el aumento de la temperatura del planeta. La finalidad es limitar un incremento mayor a 1.5 grados en comparación con la era preindustrial, es decir, la época anterior al uso de combustibles de origen fósil.

De acuerdo con la ciencia, tal meta es ya muy difícil de cumplir. Ello se explica en la falta de acuerdos, especialmente en los países más industrializados, para frenar la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Las consecuencias ya las estamos viviendo: cambios en la temperatura a escala global responsables de desastres climatológicos, un incremento del nivel del mar que amenaza en el corto plazo a todo un conjunto de países costeros, el ingreso de ecosistemas frágiles a un estado de no retorno, la inseguridad alimentaria que afecta a millones de personas y, pérdidas económicas de magnitud incalculables.

Entre los temas de discusión más importantes en la Cumbre del Clima figura la creación de un mecanismo de compensación económica a través del cual los países industrializados contaminantes se hagan responsables y contribuyan con aquellas naciones que están padeciendo los efectos del calentamiento global, como el Perú, por ejemplo.

La vulnerabilidad de nuestro país ante el cambio climático es alta, según advierten diversos estudios. En caso no se adopten políticas a escala mundial que prevengan un incremento de la temperatura global de 2 grados habrían pérdidas en el producto bruto interno (PBI) nacional de 6% en el 2030.

Un asunto de tanta relevancia para el mundo y particularmente para el Perú debería concitar la máxima atención. No obstante, es lamentable que esté ausente en la discusión pública. Ni los medios de comunicación, abocados principalmente a la difusión de la crónica roja, ni los políticos, abordan esta realidad crítica ni mucho menos intervienen en el debate sobre lo que debemos hacer a fin de contribuir en los esfuerzos contra la emergencia climáticas.

La llamada “clase política”, nuestros representantes, son quienes deberían asumir el calentamiento global como prioridad en su agenda. Sin embargo, con muy pocas excepciones, prefieren enfrascarse en discusiones irrelevantes en comparación con la amenaza, para lo cual no tienen reparo en revestir su discurso con falsos compromisos, por ejemplo, contra la corrupción. En el fondo, sabemos que se trata de un pretexto para enmascarar su lucha por prebendas y absurdas cuotas de poder.

Frente a esta inacción. conviene cambiar a escala individual y asumir la lucha contra el calentamiento global como un objetivo personal. Las personas comunes y corrientes podemos ser ejemplo si reemplazamos hábitos contaminantes y optamos por actividades más amigables con el medio ambiente. No será mucho, pero por algo debemos empezar.

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