Las bondades de un alcalde
Por: Carlos Meneses

“Necesitamos gente como el alcalde de Lima para evidenciar que no nos equivocamos al elegir a las autoridades regionales y comunales”.

Rafael López Aliaga es un político discutido, pero resulta ser un alcalde destacado y con virtudes resaltables. Así antes de juramentar a la alcaldía de Lima fue categórico en su expresión de que no dialogaría con Pedro Castillo porque su condición no le permitía hacerlo con ladrones.

Después, y valientemente, asumió la defensa de un amigo personal como Luis Castañeda Lossio asegurando que se proponía re prestigiar el nombre de quien también fue alcalde de Lima, cuestionado como todos y maltratado por algunos.

Añádase a lo anterior el que antes de juramentar al cargo y conociendo realidad limeña, no dudó en colocar mil 200 cámaras de vigilancia en calles y plazas capitalinas e instalar una central que le permitiera identificar a quienes cometieran delito o atentaran contra el bien público. Debido a este esfuerzo, la Fiscalía tiene ahora evidencias con rostros identificados de quienes hicieron daño al mobiliario y a la tranquilidad de Lima.

Pero esas acciones fueron complementadas con la reparación de todo lo que malograron los violentistas y que al día siguiente pudieran mostrar el centro de Lima limpio ordenado y finalmente totalmente repintado.

Si hay gente mala que hace daño a su ciudad, también hay autoridades competentes para defenderla y rehabilitar lo malogrado. Eso debería ser copiado en Arequipa y en todo el Perú, pues ya han transcurrido mes y días de las gestiones municipales y no hay trabajo visible, sino de pocos alcaldes, en un país que no tiene porqué esperar que sus propios ciudadanos defiendan lo bueno que puedan tener.

Es el mismo hombre que ha desarmado 4 pisos de un edificio quemado cerca de la Plaza San Martín para no poner en riesgo vidas y para mejorar la cara a ciudad afectada.

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