No soy de aquí ni soy de allá

Por Willard Díaz

Durante una visita Tacna tuvimos ocasión de reencontrarnos con Edmundo Motta Zamalloa, escritor, antropólogo e investigador que en los años ochenta formó parte de nuestros círculos culturales arequipeños. Fue ocasión de conocer algunos aspectos de su ya larga trayectoria como docente y narrador.

P. Por fin, ¿de dónde eres? ¿Arequipa o Tacna?

R. Yo nací en Apurímac, en un pueblito que no está en el mapa, y en eso reside su encanto, me permite decir no soy de aquí ni soy de allá. O soy de aquí y también de allá.

A los siete u ocho años me trasladé a Arequipa, estudié en el colegio Independencia Americana. Y como terminé en los primeros puestos entré sin examen a la UNSA, a Arquitectura. Hice tres años y por un conflicto de vocación abandoné. Como varios. Misael Ramos, Mauricio Bouroncle, Oswaldo Chanove, Alonso Ruiz Rosas que abandonó Literatura.

Me pasé a Antropología y Filosofía. Estudié las dos carreras. Y después vine a Tacna, donde tuve la primera oportunidad, no dudé y me vine. Tuve una experiencia no profesional en una mina, quería explorar un poco de la ideología andina. Presenté mi expediente a la Southern, pero antes que me llegara la respuesta se dio la oportunidad de trabajar en la Universidad Jorge Basadre. Me vine con Guido Torres y Alfredo Márquez. Ellos estuvieron un año y se retiraron, los derrotó la nostalgia. Yo ya estaba acostumbrado a dejar la familia.

P. Recuerdo que en Arequipa en los 80 formaste parte de La casa de Rolo.

R. Claro. Fue un grupo interesante. Mi primer cuento salió en la revista “Creación” que dirigía Jorge Cornejo Polar. Tenía unos diecinueve años. También gané unos juegos florales escolares. Pero el único grupo que frecuenté fue La casa de Rolo.

Después cuando vine a Tacna, no hallé grupo. Soy un autor solitario.

P. ¿Tu tesis sobre “El astero de plata” se publicó?

R. La publicó la Universidad de San Marcos, mi tesis de bachillerato. En el Seminario de Literatura Rural Andina. Cuando me gradué de bachiller llegaron a Arequipa Manuel Marzal y Pablo Macera. Yo no conocía personalmente a Macera, pero él había preguntado a mis profesores quién está haciendo algo sobre arte popular. Le hablaron de mi tesis, quiero conocerlo, dijo. Me presenté en el Archivo del Arzobispado, donde estaba trabajando Macera, quiero ver tu tesis, me dijo. Volé a la casa y le llevé mi texto. Nos sentamos en la Plaza de Armas, me dijo resume toda la primera parte sobre la economía y todo eso, y la publicó.

También me publicó “El agua, la serpiente y la Candelaria de Arequipa”.

P. ¿Hay los libros?

R. No, no. Salieron a mimeógrafo. Así se publicaban esos trabajos entonces.

Tengo la idea de sacar todos en un libro. También tengo un trabajo sobre “Castillos de Arequipa. Un arte popular efímero”. Y uno sobre “San Gil de Cayma”, el poema de Mostajo. Un editor de la Católica Santa María me llamó por teléfono y me entusiasmó.

P. ¿Y cuánto tiempo ya estás en Tacna?

R. Ya casi he nacido en Tacna. Tengo acá unos cuarenta años. Pero ando entre Tacna y Lima. Tengo a la familia allá. Mi DNI figura en Lima. ¿Con cuál me identifico más? Llevo los cuatro lugares en el alma.

P. ¿Entonces qué es la identidad?

R. Ese es un tema muy serio. Pienso que es un proyecto, que uno se construye a sí mismo. Me identifico con Tacna no siendo tacneño, me identifico con Lima no siendo limeño, me identifico con Arequipa no siendo arequipeño, y no todo lo que tengo me lo dio Apurímac.

Pero como dice el psicoanálisis todo lo que te pasa te pasa entes de los ocho años, debo ser en el fondo un apurimeño. Creo que uno es de donde ha nacido porque allí están los ancestros, la raíz biológica.

P. En tu último libro de investigación me sorprendió la idea de aplicar la Semiótica a la interpretación de nuestros mitos y leyendas regionales.

R. Cuando estudiaba la maestría en la Universidad Católica, en Lima, el padre Manuel Marzal, español, me facilitó un libro que me impactó. Él cada que iba a España o a Méjico traía baúles de libros. De España mandaba en barco libros para la biblioteca de la Católica; lo mismo de Méjico, donde había trabajado antes de venir acá. El libro de Gilberto Jiménez “La religión en el Anahuac”, me impresionó sobre todo por el método.

Asistí a cursos de Semiótica que daba la Universidad de Lima, con Desiderio Blanco y Raúl Bueno. Ahí también se analizaban mitos. Ya antes se hacían análisis estructuralistas de mitos en Perú, Alejandro Ortiz, que ha sido discípulo de Levi-Strauss en Francia, pero no se usaba la Semiótica. Entonces empecé a pensar en el tema de los ritos del agua, que conocí cuando me vine a Tacna, hice varias salidas de campo a Tarata. Luego me enteré que era igual en varias zonas. Y lo transformé en tema de mi tesis de maestría. Y de allí sale el libro.

P. Pero además eres cuentista. Sales finalista en las Antologías de Petroperú.

R. Sí, pero solo muy tarde he publicado un libro de cuentos, “Caballeros de paso”, hace dos años. Y tengo una novela sobre Escomel, de Arequipa. Salió Mención Honrosa en un concurso nacional. Se llama “Quejas que me dejas”, quizás la publique en Tacna.

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