El simbolismo de la pobreza

Por: Carlos Meneses
La última lección del papa Francisco fue dirigirse a un servidor que le invitó hacer un esfuerzo para confundirse con la multitud que lo aplaudía.
Antes de ahora los papas que fallecían eran sepultados al interior de 3 ataúdes, cada uno de distinta madera, pero el papa Francisco decidió que en su caso solo hubiera uno que se velará en la iglesia que escogió y que no era justamente la Basílica de San Pedro sino en la que será su tumba definitiva, la Basílica de Santa María la Mayor.
A diferencia de otros pontífices que han sido sepultados en la iglesia de San Pedro, Francisco fue escoltado por personas cercanas y por solo dos miembros de la guardia pontificia vestidos con ornamentos rojos y recubierto con el blanco que acostumbró durante doce años el prelado argentino.
También dejó de lado los zapatos de color rojo que usaron antes de ahora los pontífices y que sus prendas fueron de telas ligeras y que su exhibición estuviera limitada a sacerdotes y monjas. Solo estará expuesto a la feligresía por horas y cuando termine su funeral será devuelto al lugar donde Francisco escogió vivir durante su gestión como papa.
Él quiso vivir como pobre y morir como tal y antes de decir adiós al mundo y bendecirlo pidió que recen por él, caminó entre los fieles impartiendo bendiciones y despidiéndose sin saber que solo horas después entregaría su alma al Padre. Su último oyente fue un servidor que le pidió confundirse con la gente para despedirse de todos ellos.
Hoy que se ha ido, se ha reconocido que sus últimas palabras fueron para un obrero que dos horas después pedía a los médicos que lo dejen tranquilo porque ya estaba con Dios.