Francisco, el papa valiente

REFLEXIONES

Ricardo Montero

El 13 de marzo del 2013, Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa, el líder número 266 de la Iglesia católica. Consciente de que la institución, que cuenta con más 1 390 millones de fieles, necesitaba resolver profundos problemas de moralidad, un año después convocó a una reunión histórica con los presidentes de las conferencias episcopales del mundo. 

Este encuentro dio lugar a la creación de una comisión consultiva de expertos, compuesta tanto por religiosos como por laicos, a quienes encomendó la tarea de redactar un informe sobre las denuncias de abusos sexuales.

El enfoque valiente y decidido de Francisco se reconoce como uno de los hitos más significativos en la historia de la Iglesia. A pesar de las críticas y la resistencia de los sectores más conservadores, mantuvo su compromiso de implementar medidas. Esto resultó en una serie de directrices que reforzaron la protección de los niños y jóvenes, marcando un cambio importante en la Iglesia.

“Los delitos de abuso sexual ofenden a nuestro Señor, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas, y perjudican a la comunidad de los fieles”, afirmó el papa con firmeza en la Carta Apostólica en forma de “Motu proprio” que emitió el 9 de mayo del 2019. Este documento es una iniciativa de autoridad directa del sumo pontífice.

En esta carta, titulada “Vos estis lux mundi” (“Vosotros sois la luz del mundo”), Francisco enfatiza que “para que estos casos (de abuso), en todas sus formas, no ocurran más, se necesita una continua y profunda conversión de los corazones, acompañada de acciones concretas y eficaces que involucren a todos en la Iglesia”. El papa abordó la crisis de abusos sexuales en la Iglesia, exigiendo la protección de menores y demandando a los obispos que informen a las autoridades civiles cualquier caso de abuso. Así, establece un hito al dejar claro que la responsabilidad de proteger a los vulnerables recae principalmente sobre la jerarquía eclesial, la cual debe transformar a la Iglesia en un lugar seguro y promover la dignidad de cada persona. La implementación de estos protocolos ha tenido un impacto tangible. En muchos países, las diócesis han establecido líneas directas para denunciar abusos, facilitando la comunicación y el apoyo a las víctimas.

El liderazgo del papa Francisco ha estado marcado por la búsqueda de justicia en la Iglesia católica en un momento en que la sombra del escándalo amenaza su integridad. Desde el inicio de su papado, Francisco entendió que el abuso sexual no solo es un crimen, sino también una traición a la confianza depositada en la Iglesia. Su enfoque ha sido claro: poner a las víctimas en el centro del proceso.

Francisco fue un papa valiente al enfrentar este tema, silenciado y minimizado por décadas. Esta valentía debe ser continuada por su sucesor para reducir la desconfianza hacia la Iglesia y restaurar la credibilidad de la institución.

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