La familia, cuna de la educación


La familia es el primer referente de amor, principios y valores para el ser humano, por ende, el primer canal de aprendizaje, desarrollo de la sociabilidad e inmersión cultural. Desde mi punto de vista, es el entorno familiar el que influye notablemente en el desarrollo de los niños, siendo cuna de la educación y formación de grandes personas.
Según Laura Torres, profesora de la Universidad Autónoma de México, la familia puede definirse como un sistema de interrelación biopsicosocial entre el individuo y la sociedad y se conforma por un número variable de individuos, con vínculos de consanguinidad, unión, matrimonio o adopción. En ese sentido, es destacable la importancia de la familia, pues es la organización social más valiosa y trascendental para el desarrollo del hombre en todas sus dimensiones: emocional, social y psicológica.
Desde mi experiencia profesional, en el campo de la educación, estoy convencida de que todas aquellas fortalezas, virtudes, sueños, así como temores, frustraciones, conductas violentas e inadecuadas provienen del impacto del entorno familiar que reciben los niños, pues es en la familia donde adquieren las primeras habilidades sociales, cuestión que he podido observar y acompañar directamente.
Son los padres quienes orientan, acompañan y educan a los hijos para que ellos puedan tejer los primeros vínculos de relación con los demás, y también establecer los primeros hábitos que serán la base para aprender a adaptarse a diversos ámbitos y situaciones. En ese sentido, es responsabilidad de los progenitores ofrecer a los hijos un lugar seguro, un hogar colmado de afecto y cuidados. Son los padres, especialmente, quienes deben ser ejemplo de vida, educando a sus hijos en la afectividad por sobre todas las cosas, de este modo, podrán construir una familia sólida.
Así mismo, la realidad y el contexto que vive nuestra niñez y juventud me permite reflexionar acerca del rol de los jefes de familia y el valor fundamental del hogar, pues vivir en familia implica no solamente buscar el bien personal, sino enseñar de manera práctica el deseo profundo de buscar el bien común, ya que es en medio de este núcleo fundamental donde se es capaz de experimentar el amor y la entrega incondicional.
En definitiva, como maestra, exhorto a los padres a cuidar y velar por que funcione el concepto auténtico de familia, haciendo de ella un lugar seguro que ofrezca la contención necesaria de amor, ayuda, comprensión, diálogo, límites y auténtica donación.
En la carta a las familias, san Juan Pablo II nos dice que “la familia es el corazón del amor, por tanto, la familia es el lugar donde se aprende a amar y ser amado”. Por ello, creo, como maestra y madre, que es responsabilidad crucial de los padres la educación de los hijos a la luz de la verdad y el amor, por lo que no deben dejar a sus hijos en un estado vulnerable.
Por tal razón, invito a los padres a educar a sus hijos, regalándoles la oportunidad de crecer en medio del ejemplo, amor, armonía y solidez, recursos que les permitirán ser felices descubriendo el propósito para sus vidas, amando, procurando el bien del otro y educando su afectividad en una correcta aproximación a la realidad.
Estoy convencida de que la familia es la cuna de la educación, pues es en esa cotidianidad donde compartirán el cuidado, las experiencias y vivencias que irán dejando las huellas más hermosas en los corazones y en la formación de los hijos, pues son estos momentos los que darán sentido y dirección a sus vidas.