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Educación y creatividad
Por David Auris Villegas
El Montonero
El ser humano nace creativo y se supone que la educación lo potencia para el logro de una plenitud humana. No obstante, el sistema educativo lo forma de manera lineal con el objetivo de aprobar los cursos con notas elevadas, haciéndolo menos creativo. Aparejados bajo sus elegantes uniformes, muy pocos huyen y logran saborear la vida.
Nuestra educación actual, que despotrica a la tradicional, a menudo se centra en la memorización sobre la creatividad, limitando así el pensamiento original. Esto genera una cultura conformista y repetitiva en los estudiantes y solo algunos desarrollan la capacidad de solucionar sus problemas y muchos caen en el círculo vicioso de la rutina, dependiendo de los enfoques habituales y padecen dificultades para pensar fuera de lo establecido.
La creatividad es el superpoder necesario para lograr un éxito en esta jungla competitiva. En este transitar, la distinguida educadora brasileña, Angélica Sátiro, lo define como la generación de nuevas y más ideas con valor para transformar los diferentes campos de la vida. Al sembrar y desarrollar una educación creativa, ampliamos la infinita capacidad de la mente humana capaz de ver la realidad más allá de nuestros mortales ojos.
Y muchos se preguntarán, ¿cómo desarrollar la creatividad en las escuelas? El prestigioso educador británico Ken Robinson nos ayuda a responder, argumentando que la creatividad es tan importante en la educación como la alfabetización, por lo que debemos darle el mismo valor. Entonces, alfabeticemos en creatividad a la comunidad docente, para que prioricen las preguntas abiertas, estimulando el pensamiento divergente y las múltiples respuestas, alejadas de la domesticación que generan las preguntas cerradas que acartonan a las personas.
Los docentes creativos y visionarios, están en la capacidad de cultivar un entorno de creatividad en el aula. Adaptan el currículum por competencias a un ambiente libre para que florezca la creatividad. Fomentan la exploración de los aprendizajes y la curiosidad en la experimentación, dando lugar a los errores como parte del proceso del desarrollo de la creatividad.
El estudiante creador, al descubrir su talento, la puede potenciar de manera ilimitada, lo que incrementa su autoestima y satisfacción personal, empoderándolo de un espíritu creativo, como nos aconseja el extraordinario pensador estadounidense, Daniel Goleman. Asimismo, al enfrentar los obstáculos cotidianos de forma creativa, disminuye el estrés y de hecho provoca un bienestar emocional y personal.
La creatividad se pone de manifiesto cuando los estudiantes expresan sus ideas sin temor al juzgamiento e intercambian diferentes enfoques con sus compañeros y maestros en la búsqueda de soluciones innovadoras a los diferentes problemas.