Nada personal

SIN AMBAGES

Por Úrsula Angulo

Dijiste sin crema, ¿y qué es lo que ves en tu capuchino? Crema. Y no creo que esos puntitos negros sean pimienta porque le dijiste dos veces que sin pimienta, por favor. Pimienta. Pero no llames al supervisor y mucho menos pidas el libro de reclamaciones. Ahora te explico por qué.

Es un ser humano. El mozo o la mesera es un ser humano, entonces, aun cuando trata de hacer todo casi casi perfecto —¡aunque sea por la propina!—, se equivoca, precisamente por eso, porque es un ser humano. Nada le resulta más conveniente que hacer todo bien; así, gana tiempo y atiende a todos, y deja, por unos momentos, a algunos clientes (especialmente a aquellos pesados que quieren tener a la vista al supervisor, solo por si acaso lo necesitan en cualquier momento para presentarle su pliego de reclamos).

Un error no solo significa un retraso muy inoportuno —en la cocina tienen el tiempo justo y volver a hacer un plato no colabora en nada—, sino también significa una llamada de atención y, lo peor de todo, ¿alguien tiene que pagar por el plato sin pimienta que vino con pimienta?

Ahora, si tu pedido no llega a tu mesa como especificaste, reclama, claro. Pero quizá puedes dejar el reclamo entre el mozo o la mesera y tú. Quizá pueden llegar a un acuerdo, con el que tú quedes satisfecho, por supuesto. Seguro que sí, y sin que la tranquilidad y la velada bonita abandonen tu mesa.

Recuerda que quien sea que vaya a atenderte en un café o un restaurante no te conoce y no tiene nada en tu contra. No tiene intenciones de llevarte sal en lugar de azúcar. No te conoce, y no solo eso, quiere mostrar mucha simpatía, que podría traducirse en una buena propina o un buen comentario con su nombre en uno de esos lugares en internet en el que puedes calificar el lugar. Entonces, cualquier error es solo eso, un error —a menos que sí te conozca porque eres el primo de la amiga del hermano del exnovio de la prima del amigo de tu amiga, y, ¡ah!, en ese caso sí, muy probablemente la sal en lugar del azúcar fue intencional, pero eso es improbable—.

Entonces, reclama, claro. Pero busca primero una solución con armonía, que no altere el orden de los planetas. Ahora bien, si tus intentos por evitar una barahúnda no parecen funcionar, pues, pase lo que pase, tú diste una oportunidad.

Por lo demás, toma en cuenta que detrás de esa sonrisa y esa amabilidad puede haber cansancio y quién sabe qué dificultades. Sé comprensivo y aprecia el que en esa mesa tú eres quien dicta la orden y no quien la apunta.

Y, sí, ese protocolo con el que procedes frente a un inconveniente en tu pedido aplica también para otras circunstancias del universo. Recuerda: no es nada personal.

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