Desayunos que envenenan: el peligro de bebidas calientes en botellas de plástico

Por Jorge Turpo R.

Estos envases están diseñados para líquidos fríos o a temperatura ambiente. Todos los días en Arequipa se venden miles de bebidas calientes de quinua y maca en botellas de plástico de baja densidad. El especialista Zacarías Madariaga advierte que se debería prohibir esa práctica con una ordenanza municipal.

LIBERAN MICROPLÁSTICOS QUE DAÑAN LA SALUD

Cada mañana, Arequipa despierta con el vapor de la quinua y la maca que se expande por las esquinas. Las señoras del desayuno, muchas de ellas madres de familia en busca de ingresos diarios, ofrecen a los transeúntes su bebida caliente en botellas nuevas o recicladas de plástico. Son desayunos al paso, sabrosos y populares.

Pero también, según el ambientalista Zacarías Madariaga, podrían estar envenenando a los arequipeños sin que estos lo sospechen.

Madariaga, miembro de la Comisión Ambiental Municipal de Arequipa, ha lanzado una alerta contundente: el consumo de bebidas calientes en botellas de plástico de baja densidad está generando un grave problema de salud pública.

“Estamos hablando de microenvenenamiento cotidiano”, advierte. “Cada vez que alguien bebe quinua caliente de una botella plástica, está incorporando microplásticos en su organismo. No lo ve, no lo siente, pero ocurre”.

El plástico de baja densidad, como el polietileno (LDPE), está diseñado para contener líquidos fríos o a temperatura ambiente.

Sin embargo, en Arequipa y muchas otras ciudades del país, es usado como recipiente improvisado para bebidas que llegan a los 80 o 90 grados Celsius.

El problema —según explica Madariaga— es que este material, al ser sometido al calor, libera millones de micropartículas de plástico que se disuelven en el líquido. Y esas micropartículas terminan en el cuerpo de quien las consume.

“Las botellas y envases plásticos no están hechos para resistir el calor. Cuando los usamos así, nos estamos envenenando poco a poco”, afirma el especialista.

Estudios científicos respaldan su afirmación: se ha comprobado que al verter líquidos calientes en plásticos de este tipo se liberan millones de micro y nanopartículas, algunas tan pequeñas que pueden ingresar directamente en las células humanas. Y una vez dentro, el daño puede ser silencioso pero profundo.

Madariaga señala que los riesgos para la salud son múltiples y alarmantes. “Los microplásticos están asociados a alteraciones hormonales, inflamaciones crónicas, problemas cardiovasculares y daño celular. Existen estudios que demuestran que pueden alterar la microbiota intestinal y afectar incluso la función renal”, indica.

A esto se suman compuestos químicos tóxicos presentes en el plástico, como los ftalatos y los bisfenoles, conocidos disruptores endocrinos.

Pese a estas evidencias, la práctica de servir bebidas calientes en botellas plásticas no solo persiste, sino que crece. “Cada esquina se ha vuelto un punto de exposición al riesgo”, lamenta Madariaga.

En parte, por necesidad económica de quienes venden; y en parte, por desconocimiento o desinformación de quienes consumen.

Proponen prohibir la venta de bebidas calientes en botellas de plástico.

ORDENANZA MUNICIPAL

Frente a esta situación, el ambientalista no se queda en la denuncia. Propone una medida concreta y urgente: que la Municipalidad Provincial de Arequipa, así como las municipalidades distritales, emitan ordenanzas prohibiendo la venta de bebidas calientes en envases plásticos de baja densidad.

“No podemos esperar a que la contaminación por microplásticos se vuelva irreversible. Es hora de actuar”, sostiene.

La propuesta incluye también la fiscalización del uso de táperes, bolsas y otros recipientes plásticos no aptos para altas temperaturas. Y plantea campañas de información para que la población conozca los riesgos y pueda optar por alternativas seguras, como termos de acero inoxidable o envases de vidrio.

El llamado de atención llega en un momento en que las cifras de exposición a microplásticos se vuelven cada vez más preocupantes.

Según investigaciones recientes, ya se han detectado microplásticos en la sangre humana, en la placenta de mujeres embarazadas y en órganos vitales. La pregunta ya no es si estamos contaminados, sino cuánto.

“Estamos frente a una amenaza invisible pero real”, enfatiza Madariaga. “El plástico no se ve en la bebida, pero está ahí, alterando nuestro cuerpo desde adentro”.

En este contexto, la quinua con sabor a hogar y la maca con olor a esfuerzo matutino se transforman, sin quererlo, en vehículos de contaminación. No por malicia, sino por falta de regulación. Pero como recuerda el ambientalista, la buena voluntad no exime del daño: “Nadie quiere hacerle daño al prójimo vendiendo desayuno, pero si no regulamos, terminamos normalizando lo que nos enferma”.

El desafío, entonces, es doble: proteger el derecho de las emprendedoras a ganarse la vida, y al mismo tiempo garantizar que ese sustento no sea una amenaza para la salud pública.

Para Madariaga, el camino es claro: regular, informar y prohibir lo que hace daño. Porque un buen desayuno no debería costarnos la salud.

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